3 Dic 2024

Id por todo el mundo (Mateo 28,16-20) Domingo: La Trinidad

[Evangelio del domingo, después de Pentecostés – La Trinidad – Ciclo B]

Mateo 28,16-20:

Después de la resurrección de Jesús, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Hoy, Domingo de la Trinidad, leemos el final (?) del evangelio de Mateo; las palabras suenan solemnes y rotundas, definitivas, en la boca de Jesús. Aunque no refleja un dato histórico que Jesús hablase de esa manera, sí es expresión de las primerísimas reflexiones de los cristianos que estuvieron más cerca de él.

Los once aparecen perfectamente humanos, perfectamente reales, sin inciensos y falsas glorias. Van al encuentro de Jesús, como debe hacer todo discípulo, pero también tienen sus dudas, sus vacilaciones. ¿Qué cristiano no se ve reflejado en ese claroscuro? También nosotros caminamos hacia él, subiendo el monte, pero tampoco somos perfectos y necesitamos que también él se acerque a nosotros.

Jesús comienza recordando su resurrección con una frase que suena mucho a cita del Antiguo Testamento. «Todo poder en cielo y tierra» es el resultado de la entrega de amor que ha protagonizado a través de la cruz. Aquí, en el amor entregado, ha comenzado todo, éste será el punto de partida, el modelo a seguir, el pentagrama sobre el que la comunidad cristiana tendrá que interpretar su partitura.

A continuación da su mandato: «Id y haced discípulos». Esta breve frase de Mateo nos define como Iglesia. Si nos preguntamos qué debemos hacer, aquí tenemos la respuesta:

  • Ir. Movernos, desplazarnos, salir en busca de todos aquellos que necesiten de Dios y de su mensaje de amor y liberación. Todos lo necesitamos, pero no todos son capaces de darse cuenta. Es por eso que los pobres, los despreciados, los marginados fueron lo que mejor comprendieron a Jesús, al tiempo que los ricos, los acomodados, los que se creían sabios, lo rechazaron.
  • Hacer discípulos. No pide licenciados, ni especialistas; tan sólo pide discípulos, que sean capaces de seguir detrás de él por el camino que nos marcó.
  • De todos los pueblos. Sin distinción, sin marginación, sin privilegios ni favoritismos. El mensaje de Dios es para todos porque ante él todos somos hermanos e iguales.
  • Bautizándolos. Para Mateo están totalmente unidas las acciones de las personas con las acciones de Dios, pero Dios tiene siempre la iniciativa. El Bautismo es expresión de la entrada en su comunidad, Dios actúa a través de actos sencillos y concretos.
  • Enseñándoles. Sin imponer ni obligar, sino ofreciendo nuestro mensaje de alegría y plenitud con la paciencia del educador y la humildad del que no es maestro, sino compañero de camino.
  • A guardar lo que él nos ha mandado. La relación con Jesús no es intelectual (aunque también nos obliga a hacer funcionar la neuronas, que para eso nos las regaló, no se trata de tragarse cualquier idea sin pensarla), sino personal, experiencial. Se trata de aceptarle como guía del camino para comprender nuestra vida y a nosotros mismos con sus criterios tan distintos a los de la mayoría de la sociedad.

Por último, después del mandato tan exigente y difícil, nos da la garantía de su presencia con una frase majestuosa y grave. Vale la pena repetirla despacio, personalizarla y pensar que nos la dice Jesús personalmente a cada uno de nosotros, que te la dice a ti de forma muy especial: «Yo estoy contigo siempre, todos los días, hasta el fin de los tiempos».
La promesa de Jesús cae con rotundidad y fuerza sobre el corazón como el sello y la firma sobre un documento oficial. Tenemos la garantía, tenemos dónde acudir. Ahora nos toca a nosotros hacer que su presencia sea luminosa en el mundo entero. No es el “final” del evangelio, no puede serlo, es tan sólo el principio de una nueva historia de amor de Dios con la humanidad.

(Domingo después de Pentecostés – La Trinidad – Ciclo B)

6 comentarios en «Id por todo el mundo (Mateo 28,16-20) Domingo: La Trinidad»

  1. De este texto llama todo la atención, pero en lo que mas me fijo ultimamente es en eso de “se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra”. Ls verdad no lo termino de entender, por una cosa en la que pienso, ¿se refiere esta frase (ademas de lo evidente) a que a cristo se le concede tanto poder como a dios todo poderoso, o simplemente es que se le ha dado la misma cantidad de poder en un sitio como en el otro, para hacer o desacer como estime oportuno?. Espero que se me entienda lo que quiero decir, llevo un tiempo pensando en ello… ya se ya se soy de buscarle los 3 pies al gato.

  2. Hola, andromeda, gracias por comentar.
    El ‘cielo’ y la ‘tierra’ no son ‘dos lugares’ para la mentalidad bíblica, es una forma concreta de decir ‘todo’, ‘la totalidad’. A nosotros nos gustan más las palabras abstractas como ‘todo’, los hebreos preferían expresiones concretas como ‘cielo y tierra’ en la que está contenido todo lo que existe.
    La frase está tomada del libro de Daniel, del Antiguo Testamento, donde se habla de un ‘hijo del hombre’ que recibe todo el poder de uno que está ‘sentado en un trono’ (Dios) y que se dedica a juzgar a la humanidad, que era tarea divina. Es decir, que esta frase en boca de Jesús insinúa su divinidad.
    Saludos.

    1. gracias a ti javi por responderme, el blog siempre me ha encantado,y aunque ahora comente poco, me encanta participar, ademas me aclaras muchas dudas. Creo que la pregunta que te hice era algo complicada, pero tu respuesta me ha servido bastante. Recuerdos.

  3. a Jesús no se le entiende se le sigue,si nos ponemos a pensar en entender su palabra terminaremos enredados en un mar de definiciones todo poder es que ha recuperado su condicion divina que nego al hacerse uno como nosotros

    1. Y, sin embargo, si no se le entiende, tampoco se sabe dónde hay que seguirlo.
      Ese va a ser siempre el reto de todo creyente, esforzarse en entender a Jesús para seguirlo y no sucumbir a la tentación de enredarse en definiciones.

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