13 Oct 2024

Un día en Cafarnaún (Marcos 1,29-39)

[Evangelio del domingo, 5.º Tiempo Ordinario – Ciclo B]

Marcos 1,29-39:

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
—Todo el mundo te busca.
Él les respondió:
—Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

La semana pasada veíamos cómo Jesús llega a Cafarnaún, predica en la sinagoga i expulsa a un demonio. El texto de hoy nos muestra la continuación de aquel día, hasta la mañana siguiente. En total, Marcos nos ha presentado «una jornada en Cafarnaún», i en ella, las diversas actividades que veremos que hará Jesús a lo largo del evangelio: predicar la Buena Nueva, expulsar demonios, curar enfermedades, rezar al Padre en solitario i dar instrucciones a sus discípulos.
Evidentemente, Marcos ha querido construir este día para mostrarnos qué hace Jesús. Es como el programa que seguirá a lo largo de su vida. El fragmento de hoy comienza con la retirada de Jesús de la sinagoga a la casa de unos discípulos. Estos son los dos ámbitos en los que Jesús actuará: en público, predicando y liberando del mal a la gente, y en privado, enseñando de cerca a aquellos que han querido quedarse con él. En la casa de Simón y Andrés hace Jesús la primera curación de una enfermedad. La escena es muy breve, pero muy tierna; Jesús se acerca a la enferma i la coge de la mano para levantarla. La fiebre desaparece en seguida i ella se pone a servirlos. El servicio es, pues, la conclusión lógica del agradecimiento de haber sido salvado por Jesús, o al menos debería serlo, porque en todo el evangelio de Marcos no volvemos a encontrar a nadie que sirva a Jesús hasta el final, cuando se habla de las mujeres que observan la cruz y se dice de ellas le habían servido desde Galilea. Un poco antes, en la escena del desierto, Marcos nos había dicho que los ángeles servían a Jesús; así, la suegra de Pedro acaba siendo como un ángel, puesto por Dios para servirle. Una idea muy sugerente.
La escena siguiente, al final del día, nos habla de la gran necesidad de salvación que tiene el pueblo. Se ha corrido la voz de que Jesús puede hacer curaciones, y la población entera acude a él. En el evangelio de Marcos encontraremos a menudo a la multitud alrededor de Jesús, pero no siempre quedará claro si les interesa su mensaje o solo lo quieren por el interés de ser curados.
Al día siguiente, de buena mañana, Jesús se va a rezar al Padre. La intensa actividad de Jesús no se sostiene por sí misma. Solo la intimidad con el Padre puede explicar por qué él nos puede salvar. Jesús no viene por su cuenta, ha sido enviado por Dios Padre para predicar por todos los pueblos. Más adelante será él quien envíe a sus discípulos, a nosotros, a predicar al mundo entero.
De esta manera, Marcos nos ha dad las claves más importantes de la figura de Jesús: anuncia un mensaje nuevo con autoridad, es capaz de eliminar el mal, es buscado por unos y otros, pero solo una mujer se pone a servirlo, vive en intensa intimidad con el Padre, y tiene la misión de anunciar la Buena Noticia por todas partes.

(Domingo 5.º Tiempo Ordinario – Ciclo B)

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