[Evangelio del domingo, 5.º Cuaresma – Ciclo B]
(Os dejo tan sólo un apunte a una de las frases del evangelio.)
Evangelio según san Juan 12,20-33.
…si el grano de trigo no cae en tierra y muere,queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto…
Que nadie me diga que lo comprende. El gran absurdo del cristianismo siempre ha sido la muerte de Jesús. Lo hemos intentado explicar de una y mil maneras, y todas ellas (o casi) tienen algo de verdad en su interior, pero que se resiste a manifestarse del todo. ¿Por qué murió Jesús? ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué su muerte nos salva?
Siento decir, antes de seguir, que no voy a dar la respuesta definitiva, porque no la tengo. Pero me permito (qué atrevimiento) proponer algunas intuiciones.
Para empezar, Juan acude a una parábola (y eso que Juan, de parábolas, usa pocas). El grano de trigo muere cuando de él brota nueva vida. Si no quedase sepultado no fructificaría.
También Jesús muere para dar vida, su muerte, aunque no tengamos la certeza de saber y comprender, es la que produce nuestra vida nueva.
Atrás quedaron las interpretaciones de compra-venta, según las cuales era necesario “aplacar” a Dios con un sacrificio. El Dios del que habla Jesús no tiene sed de sangre, no la necesita, tan sólo de amor (que, por cierto, tampoco es que lo necesite, somos nosotros los que lo necesitamos), el Dios de Jesús es todo donación y entrega. Precisamente la donación y entrega que llevaron a Jesús a la cruz. Podría haberse escondido, haber escapado; era listo y podría haber organizado una red clandestina de difusión del evangelio. Pero, por alguna misteriosa razón, Jesús daba la cara. Y la dio hasta las últimas consecuencias.
Pero no queda aquí. Los autores del Nuevo Testamento, al mismo tiempo que reconocen su incapacidad para desvelar el misterio de forma absoluta, nos ofrecen imágenes para la reflexión… de nuestra propia vida. Sí, sí, lo he dicho a propósito. Si Jesús es el camino (nuestro camino), y el camino de Jesús pasa por la cruz; ergo…
Pues eso, voy a escribirlo aunque confieso que me resulta difícil: nuestro propio camino de felicidad (el tuyo y el mío), pasa también por la cruz.
Me reafirmo en lo del principio. No se entiende, se intuye.
(Domingo 5.º Cuaresma – Ciclo B)
Javi, has hecho un comentario precioso.
La gente pregunta ¿Por qué la vida llena de sufrimiento? ¿Para qué? desde el AT hasta el NT. Final Jesús nos da la respuesta: la cruz.
Muchas veces no queremos reconocer que el camino hacia la felicidad pasa por la cruz, pasamos por alta a Jesús, aunque siempre decimos que queremos seguirle, queremos encontrar la felicidad…
Laia
Pues yo no creo que la felicidad implique pasarlo mal ni sufrir. Yo no creo que Dios quiera que “llevemos una cruz” o que suframos. Creo que Dios sólo quiere nuestra felicidad (porque, si deseara que sufriéramos, sería malvado y/o sádico, y Dios es no sólo bueno, sino la misma Idea de Bondad, de modo que no puede desear algo así).
La razón del mal y del sufrimiento, creo yo, es el libre albedrío. Dios nos ama tanto que no nos quiere esclavos de su parecer ni incapaces de elegir por nosotros mismos, sino que nos ha hecho totalmente libres. Pero, claro, la libertad implica también la libertad de elegir mal… y es entonces cuando sufrimos y hacemos sufrir a los demás.
Pero precisamente para eso Jesús vino y nos habló: para darnos las directrices del modo de alcanzar la verdadera felicidad para nosotros y para los demás, que es por medio del amor, la generosidad, la empatía y la solidaridad. Lo que pasa es que, ya se sabe “errare humanum est”, y por muy buenos consejos que tengamos seguimos siendo imperfectos y a veces la pringamos…
Saludos:
Luthien Black.
Estoy de acuerdo en que la Cruz es un gran misterio pero como dice Luthien queda aclarado,un poco, con eso de la libertad y el mal. Jesús muere víctima del mal que se opone al bien. Los egoísmos,suspicacias, intereses, envidias y maldades sucesivas, le llevan a ese final.Fue una cruz porque ésa era la ejecución de la pena de muerte. Creo que lo que se nos anuncia es que también nosotros cuando decidamos elegir el bien, el camino del amor, nos vamos a encontrar con el que no lo elige o incluso se opone a él, y será entonces cuando el bien, que se supone el camino de la felicidad, nos producirá sufrimiento. Ésa será nuestra cruz. La tentación será dejar de hacer el bien, porque parecerá mentira la idea de que ser feliz es ser bueno.En eso consiste la mentira del príncipe de las tinieblas, que engaña al hombre para que elija el mal, diciendo “mira, sufres, Dios te ha engañado, no es el camino de la felicidad”. Los buenos dejan el bien ante el aparente triunfo del mal. Y es entonces cuando el ejemplo de Jesús y lo que le pasa nos debe animar a seguir, sabiendo que aunque parece que el mal triunfa en el mundo, ganará el bien (la resurrección es la única prueba de que el camino del amor total, aunque te mueras en él, es el correcto). Sin resurrección, sin fe en Jesús, el camino del bien se sigue con condiciones. Los psicólogos, en general,aceptan la solidaridad y la bondad pero nunca llegan a aceptar el que “debes morir por amor”. Siempre se busca salvarse uno a sí mismo… respetar y que te respeten, lo mínimo, lo de los diez mandamientos, pero nunca el amor manifestado en la cruz. Es un lenguaje divino. Para eso hay que creer mucho en la palabra de Jesús sobre la verdad del mundo,cuál es su sentido y cómo Él aunque si hizo como nosotros es más que uno de nosotros.
Si no hubiese mal que se opusiera al bien la salvación no hubiera consistido en morir en una cruz,a causa de amar hasta el extremo,sino, también a causa de amra hasta el extremo, en ser elevados,por Dios de simples criaturas a la categoría de hijos suyos. Creo que lo que nos salva es el Amor, que acaba en Cruz. Por eso para nosotros ya se identifica Cruz con Amor. Bon dia.
Gracias por vuestros comentarios tan densos y pensados. ¡Estamos intentando apuntar hacia el misterio!
Igual que Luthien, yo tampoco creo que el sufrir dé la felicidad, ni muchos menos que Dios quiera que suframos; por eso me resulta tan sorprendente que el mensaje de los evangelios hable al mismo tiempo de felicidad y de cruz. Jesús está reinando en la cruz, les muestra las heridas a los discípulos después de la resurrección para que reconozcan que es el mismo, el crucificado, el que ha resucitado.
Por eso me resulta tan misterioso. Lo que nos lleva hacia la salvación es el amor, eso lo tenemos claro. Pero ese mismo amor, si es auténtico, si es entrega de verdad, se enfrentará con el mal que existe y nos las hará pasar canutas.
Es muy interesante la reflexión sobre el mal y la libertad que hace Luthien. Lo curioso del caso es que en esa lucha del amor contra el mal, parece ganar el mal, pero al final vence el amor a pesar de sufrir.
Sigo pensando que es un misterio, y quizá para hablar de los misterios, además de lenguaje de tipo explicativo, sea necesario utilizar poesía.
Estoy de acuerdo con los dos últimos comentarios (de Inma y Javi). Creo que esa es la clave del asunto, y la razón por la que en los Evangelios se mezclan la felicidad, el amor y la cruz: porque sólo el camino del amor lleva a la felicidad, pero, al igual que el héroe en una historia de fantasía tiene que superar pruebas y vencer a enemigos antes de lograr sus objetivos (vaya patata de historia épica sería aquella en la que el héroe sólo no tuviera dificultad alguna para salavr al mundo o conseguir el tesoro, ¿no?), los que siguen el camino del amor muchas veces encuentran el mal como osbtáculo para logarar su felicidad.
Lo que Jesús nos dice, creo yo, es que, aún en esos casos, debemos seguir apostando por el amor porque el amor triunfa siempre, incluso por encima de la muerte. Y, siendo el amor la fuente de la felicidad, si por culpa de la maldad y la mezquinidad de otros no podemos tenerla en este mundo, al menos la tendremos en el siguente (aunque hay que luchar al máximo por tenerla en este mundo también, claro está).
Por último, me gustaría compartir con vosotros una reflexión sobre el tema de luchar por el bien aunque te provoque sufrimiento. Este es un asunto que aparece en una religión ya extinta: la de los vikingos nórdicos que adoraban a dioses como Thor, Odín, etc.
Según esa religión, el Valhalla
era sólo un lugar en el que descansar por un tiempo, porque profetizaba que algún día llegaría el Ragnarôk (la “muerte de los dioses”) en la cual Loki (el dios del caos) y los dioses malvados matarían a los buenos. Y, a pesar de todo, la religión nórdica seguía exaltando a Thor, Odín y demás peña. Es decir, que lo que estaban diciendo a los vikingos es: “al final van a ganar los malos, pero de todos modos debéis luchar por el bien, no porque vayáis a ganar, si no porque es lo que está bien, lo correcto”.
En este sentido, el cristianismo es mucho más positivo, ¿no? Porque Jesús nos advierte de que podemos sufrir, pero a diferencia de las religiones nórdicas nos promete un final feliz. Y aún hay gente que dice que el critsianismo es una religión de amaragdos…