Comentario de Hechos 9,1-9 (continuación)
La voz le ha preguntado: «¿Por qué me persigues?» Pero Saulo no tiene respuesta. Podría haberle dicho: «Quiero defender la ley de Moisés, quiero servir a Dios». Pero ha preferido preguntar él también: «¿Quién eres?» Se trata de una pregunta por la identidad. La voz y la luz son símbolos claros que cualquier judío entiende: expresan la presencia de Dios. Pero ahora Pablo, como se le han caído al suelo todas sus convicciones, sólo puede preguntarse: «¿Quién es este que me habla? ¿Quién es este Dios que yo creía conocer, pero que ahora me doy cuenta de que no conozco?»
La voz le responde con claridad: es Jesús. El Dios de los judíos, el que se expresó siglos atrás dándole a Moisés la ley, ahora se manifiesta de forma más perfecta en Jesús de Nazaret. Es decir, que para conocer a Dios, hay que conocer a Jesús. Precisamente lo que Pablo estaba persiguiendo.
Y después de responder, Jesús comienza a darle órdenes. Esto es muy importante, porque hasta ahora Pablo había hecho lo que había querido; nadie le mandaba, él había decidido presentarse ante el sumo sacerdote, él quería perseguir a los cristianos, él quería ir a Damasco. Ahora eso se ha terminado. Ahora es Dios el que toma las riendas de la vida de Pablo y le da tres órdenes: levántate, entra en la ciudad, y ya te diré.
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Javi, no tengo mucho para decir, pero sí que estoy muy agradecida de que compartas todo esto con nosotros, porque lo que comentas es muy interesante, nunca lo había pensando.
Laia
Gracias, Laia. Espero que mis palabras os sirvan para acercaros más al texto bíblico, que es de lo que se trata, para que todos nos dejemos interpelar, transformar, cuidar y consolar por el Dios cercano, amor y Padre que se manifiesta en sus páginas.