3 Dic 2024

“Levantaos, alzad la cabeza” (Lucas 21,25-28.34-36)

[Evangelio del domingo, 1.º Adviento – Ciclo C]

Lucas 21,25-28.34-36

Dijo Jesús a sus discípulos:
—Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
»Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneos en pie ante el Hijo del hombre.

Hay tres evangelios que nos presentan un discurso de Jesús sobre, lo que podríamos llamar, «el fin del mundo»; son Marcos, Mateo y Lucas. Pero cada uno es muy distinto de los otros porque adapta mucho las palabras de Jesús según la situación de su comunidad y la forma de expresarse de su propia cultura. Mateo, por ejemplo, escribe a una comunidad que conocía muy bien el judaísmo y las Sagradas Escrituras, pero Lucas tiene ante sí un auditorio muy distinto, de cultura más bien griega, a la que la simbología judía no le dice tanto.

La lectura de hoy nos presenta dos fragmentos del final de ese discurso según Lucas. Al principio estas mismas palabras podían sonar terroríficas: los astros que se tambalean, los signos en el sol, la luna y las estrellas… Los primerísimos cristianos estaban convencidos de que el fin del mundo estaba a punto de llegar; que Jesús iba a volver de un momento a otro para instaurar su Reino. Por eso las noticias de guerras y revoluciones eran recibidas con inquietud y siempre con la misma duda: ¿Será esta la guerra definitiva? ¿Se acabará el mundo pasado mañana?

La guerra que más impresionó a los cristianos de Israel sucedió al final de los años 60 y terminó con la destrucción de Jerusalén y del Templo en el año 70 por parte de los romanos. Pero, después de la derrota, no llegó el fin del mundo, por lo que los mismos cristianos tuvieron que replantearse sus ideas y empezaron a pensar que quizá no era tan inminente. La cosa se retrasaba, ¿se había equivocado Jesús? ¿O más bien lo habían interpretado mal?

Lucas no es el único que nos muestra esta reflexión. Él está convencido, como los cristianos lo estamos ahora, de que el mundo se acabará y que al final triunfará el bien sobre el mal. Pero, mientras esperamos, tenemos trabajo que hacer. Por eso lo más importante del discurso que Lucas nos presenta no está en el futuro, que nadie conoce, sino en el presente. El evangelista pone ante sus lectores dos actitudes; las dos tienen que ver con el fin del mundo, pero se viven ya desde ahora. El día de mañana queda demasiado lejos, de lo que se trata es de vivir en profundidad el ahora:

  • La primera actitud es superficial; la de aquellos que se asustan ante las desgracias, los que viven con miedo porque en el fondo no tienen esperanza. Lucas menciona el vicio, el alcohol y el dejarse llevar por los agobios de la vida; pero son sólo tres ejemplos para que nosotros, los lectores, podamos añadir más; todo aquello que nos saca de nosotros mismos, que no nos deja ir a lo profundo, que nos hace superficiales.
  • La segunda actitud está llena de esperanza; la representa con la postura erguida, la cabeza alta y el estar siempre despierto, alerta, vigilante, deseoso de ver a Jesús. El creyente no sucumbe ante las desgracias, porque su confianza está firme en Dios (lo cual no significa que no las sufra, porque el sufrimiento está presente en la vida de todos; lo distinto es la actitud vital ante ese mismo sufrimiento). Lucas añade además un tema que le encanta: la oración. «Pidiendo fuerza» es la forma que tiene de aludir a la plegaria confiada y constante.

De esta forma, como decíamos, Lucas transforma un texto que habla del fin del mundo en un discurso centrado en el presente, que es en realidad lo importante. Nosotros cristianos hoy podemos aprender mucho de la libertad con la que el evangelista transmite el mensaje de Jesús. Porque él es fiel a Jesús, no quiere inventarse un mensaje nuevo que Jesús no aceptaría, pero su fidelidad es creativa, es decir, que debe decir algo importante y valioso para los cristianos a los que escribe. Para ellos y nosotros el problema del fin del mundo inminente ya no significa casi nada, lo que de verdad tiene valor es la vida que vivimos en cada momento, el día a día, el ahora.

8 comentarios en «“Levantaos, alzad la cabeza” (Lucas 21,25-28.34-36)»

  1. tienes razon, lo que importa es el momento, el como vivir cada minuto, el no caer en las tentaciones no porque pueda ser el fin del mundo, si no porque es lo correcto y es lo que dios desea para nosotros, el bien, no el mal y si asi lo desea dios, es porque es lo mejor para nosotros.
    De todas maneras los momentos del fin del mundo no puedo evitar que me asusten creo que debe ser terrible vivir algo asi, tanto para los que sobreviviesen si lo hacen como para los que no, pero se que seria porque seria necesario que ocurriera.
    Voy a tratar de hacerte caso, y vivir el dia a dia como a de hacerse. Gracias por recordarmelo.

  2. Hola buenos días, estoy de acuerdo en que , como dices, “de lo que se trata es de vivir en profundidad el ahora”
    Yo creo que Jesús habla de signos con razón, si no me parece que no lo diría. Hay signos de la contingencia del mundo.todo el tiempo y por todas partes. De que aunque vivimos como si nuestra vida no fuese a acabar nunca, esto no es razonable y con poco que miremos lo que ocurre a nuestro alrededor podemos descubrir lo efímero de la vida. Todos los días hay enfermedades que acaban con mucha gente, terremotos, depresiones, accidentes, desastres. Queremos controlarlo desde el principio de los tiempos y solucionamos parte de la accidentalidad pero surge otra como signo de que este mundo no es absoluto ni eterno. Nos curamos de un cáncer pero moriremos de otra cosa. No es que no haya que luchar sino vivir despiertos conscientes de la realidad del valor de cada segundo de vida.como bien dices.
    Por otra parte a nosotros, en lugar de agobiarnos y llenarnos de ansiedad, nos llena de eseperanza el saber que el fin de la caducidad sólo es la entrada en la eternidad. Así que los creyentes salimos ganando.Vivimos despiertos en la verdad, aprovechamos el momento con un horizonte de sentido para nuestros sacrificios de amor, y además esperamos el fin del dolor y la muerte. El no creyente sólo puede olvidar la verdad para poder seguir luchando en un mundo cuyo sacrificio terminará en un no ser nada y con la tentación de aprovechar el momento para que le aproveche a sí mismo mientras está aquí, siempre a costa de los demás.
    Feliz Adviento a tod@s

  3. Oye, Javi, ¿todo bien? Lo digo porque como hace dos semanas que no hay entradas ni noticias tuyas…

    Un saludo.

    PD: ¡Tus feligresas (lo digo porque casi todas las que comentamos somos chicas) echamos mucho de menos tus entradas dominicales!

  4. la verdad es que si, que se te echa de menos javi, imagino que estaras liado, con los dias tan especiales que son, bueno espero que sea eso y todo te vaya bien.

  5. ¡Gracias, Estelwen y Andromeda! Se agradecen mucho esas muestras de interés.
    La verdad es que la semana pasada estuve sin internet por unas reparaciones en casa y este fin de semana he estado liado con otras cosas, pero ya sé que no es excusa, porque podría haberlo previsto y programar las entradas con tiempo.
    Ya he puesto la del domingo pasado (tercero de adviento) y espero pronto seguir subiendo para las navidades.

    PD. Me ha gustado eso de "feligresas". Me recuerda a un libro titulado "Dios se encarnó en un chat", escrito por un cura que chateaba. La Palabra de Dios es tan potente que, allí donde haya comunicación, se mete por todos los resquicios…

  6. Este pasaje del evangelio es interesante también hoy en día en la vida de los consagrados, especialmente los jóvenes. Recuperar el sentido de “vigilancia” -de no dormirse porque viene el Señor- delante de un mundo que nos ofrece tantas posibilidades de acomodarnos me parece vital. Pienso que recuperar ese sentido en mi propia vida me ayuda a salir de mi mismo y me impulsa a ser verdaderamente libre en el Señor y dar testimonio así del evangelio en medio de mis hermanos. Gracias por compartirlo ¡vigilemos!

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