[Evangelio del domingo, 4.º de Pasqua – Ciclo C]
Juan 10,27-30:
En aquel tiempo, dijo Jesús:
—Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.
El Evangelio de Juan está construido como un doble juicio: los judíos quieren condenar a Jesús, pero al final es Jesús el que condena al mundo. En el breve texto de hoy encontramos un careo, una respuesta de Jesús ante las acusaciones.
(Hay que tener en cuenta que cuando Juan habla de «judíos», se refiere a las autoridades judías que se opusieron a Jesús, y no a todos los judíos, ya que Pedro, María y el mismo Jesús eran también judíos. Esta palabra se explica porque cuando se escribe el evangelio, el cristianismo ya se había separado del judaísmo.)
Jesús está en el templo de Jerusalén, en la fiesta de la Dedicación, una de las fiestas religiosas judías, en las que se ensalzaba la importancia del propio templo para la religión judía. Los judíos le rodean y le exigen que se manifieste abiertamente: «Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.»
En realidad, Jesús no ha hecho otra cosa más que «manifestarse»; ya en el capítulo 2 de este evangelio, se dice que, en la boda de Caná, Jesús «manifestó su gloria». El problema es que los signos que Jesús hace sólo se pueden comprender y aceptar desde la fe, y los judíos que le acusan no creen en él.
Por eso Jesús les responde con una acusación de falta de fe: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis». Los que son de Jesús, sus «ovejas», escuchan su voz y le siguen. Estas dos sencillas palabras: escuchar y seguir, resumen en profundidad la vida del cristiano.
Los cristianos tenemos necesidad de escuchar su voz, de alimentarnos de la Palabra de Jesús, de seguir profundizando en ella toda la vida. La Palabra de Dios, y no es una palabra informativa, como podría ser la de un periódico, o las de este mismo comentario, la Palabra de Dios es creativa y creadora, ilumina nuestra forma de ver el mundo para que lo veamos como lo ve Dios, alumbra nuestra visión y la hace nítida y limpia. Dios está actuando siempre en el mundo, pero lo hace como Jesús lo hacía, con signos que sólo eran accesibles a los que aceptaban su mensaje. No hay nada en la historia que «se le escape» a Dios, aunque haya tantas realidades incomprensibles, tantos acontecimientos desagradables. No significa esto que Dios quiera el sufrimiento, todo lo contrario, pero él tiene la fuerza suficiente (la fuerza del amor) para transformarnos y hacernos mejores incluso a través del dolor, por incomprensible que parezca.
A pesar del poder de Dios para transformarnos, nos deja la libertad de aceptar su gracia o rechazarla. Por eso los cristianos debemos vigilar constantemente nuestra «comodidad», la facilidad que tenemos para «aburguesarnos», para quedarnos instalados en «lo de siempre», y no salir de nuestra tierra, como Abraham.
La lectura, meditación y oración de la Palabra de Dios es un medio necesario para los cristianos, y mucho más hoy en día, en que recibimos constantemente mensajes, ideas y propuestas de vida y de sentido que no se ajustan al evangelio de Jesús.
Pero con leer, meditar y rezar no basta. Por eso Jesús añade que hay que seguirlo. Él dejó muy claras sus opciones cuando entregó hasta su propia vida por amor a todos los hombres y mujeres, hasta por los que no conocía, e incluso por aquellos que pedían su muerte y la ejecutaban. Él entregó su tiempo, su dinero, su dedicación, a todos aquellos que lo requerían. Se dedicó a enseñar, a curar, a acoger, a compartir. Y nos pide ahora que sigamos sus huellas, que le acompañemos en este camino apasionante de transformar nuestra vida en un don para todos.
No estamos solos en nuestro caminar, Jesús promete su ayuda, su presencia, su gracia. Nadie podrá arrebatarnos de su mano, de su lado, de su compañía. El camino del cristiano es alegre y lleno de vida plena. A pesar de las dificultades y la cruz, que posiblemente hemos subrayado demasiado durante siglos, el cristiano y la cristiana son personas que abrazan la vida apasionadamente, que la exprimen en profundidad, como Jesús mismo hizo, y que comparten a raudales la alegría y el amor que Dios mismo les da.
(Domingo 4.º de Pasqua – Ciclo C)
hola javi:
parece que esta todo el mundo un poco perdido ultimamente. Espero que sea para bien.
Con ste texto, bueno algo que dice en el, me paso algo muy emotivo y especial, y hoy lo leo y me parece muy hermoso.
Estoy de acuerdo contigo en lo que dices. ¿y sabes que? tambien se me ocurre algo que añadir, esta lectura, me recuerda mucho a vosotros los religiosos aunque es aplicable a todos, pero lo veo especialmente dirigidos a vosotros. Para mi sois los pastores del rebaño de cristo, una gran responsabilidad y dificil labor.
Hola, andrómeda.
Pues sí, llega la primavera y parece que las cosas se precipitan… o sencillamente que los trabajos se acumulan.
Como dices, es una difícil responsabilidad ser "pastores" del rebaño, pero también lo es ser "ovejas" del rebaño, porque los cristianos rechazamos el "borreguismo", y entre nosotros ser "oveja" significa también ponernos a trabajar a favor del Reino. Todos, sacerdotes y laicos, religiosos y seglares, tenemos la responsabilidad de llevar adelante el sueño de Dios.
javi un favorcito ¿puedes explicarme que significa maria como corredentora? he buscado informacion en internet, lo entiendo a medias, pensaba que lo entendia mejor…pero cuanto mas leo, mas confundida estoy. pero si notienes tiempo de verdad no te preocupes. En cuanto a lo que me respondes… estoy de acuerdo contigo, me ha gustado eso de que "obeja significa tambien ponernos a trabajar por el reino"
Yo te lo explico, Andrómeda, humildemente: María es corredentora porque compartió los dolores de su hijo muerto en la cruz. ¿Recuerdas la espada que le profetizó el anciano Simeón? Pues esa espada se le clavó plenamente a María al pie de la cruz. Está claro que el dolor de María no es igual que el de Cristo, pero fue dolor también, dolor que, de modo subordinado al de Cristo, redimió al mundo también.
muchas gracias aunque ya hacia tiempo de mi pregunta… en estos momentos me viene como anillo al dedo.gracias por tu respuesta
Vaya, no había oído nunca eso de “María co-redentora”. Primera noticia O_o
PD: Sí, sigo leyendo siempre. Lo que pasa es que a veces no sé muy bien qué decir ^^U
Corredentora: así la llamó el Concilio Vaticano II
Javi, echo de menos tus comentarios del evangelio de cada domingo. Deseo que todo vaya bien.