21 Mar 2025

A Dios lo que es de Dios (Mateo 22,15-21)

[Evangelio del domingo, 29.º del Tiempo Ordinario – Ciclo A]

 


Mateo 22,15-21:

En aquel tiempo los fariseos se fueron a deliberar y ver cómo le podrían cazar en alguna palabra. Le enviaron discípulos suyos con los herodianos a decirle:
—Maestro, sabemos que eres sincero, que enseñas de verdad el camino de Dios y que no te importa nada el qué dirán, porque no tienes respetos humanos. Dinos tu parecer: ¿Es lícito pagar el impuesto al césar o no?
Jesús, conociendo su malicia, dijo:
—Enseñadme la moneda del tributo.
Ellos le presentaron un denario. Jesús les dijo:
—¿De quién es esta efigie y esta inscripción?
Respondieron:
—Del césar.
Él les dijo:
—Pues dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.

La tensión se puede palpar en el ambiente, los adversarios de Jesús se reúnen y se plantean entramparlo con sus propias palabras. No nos confundamos, no se trata de una discusión de eruditos sobre detalles e la Ley que muy pocos entendían. La pregunta que le hacen va al corazón de los durísimos problemas políticos que vivía la gente cada día: ¿Se debe pagar impuestos al César o no?
La gran mayoría de la gente en la Palestina del siglo I era pobre. Tenían lo mínimo para vivir e iban tirando como podrían, entre fuertes cargas de impuestos y el peligro de una sequía o epidemia o plaga o mal tiempo en general que les dejase sin cosechas o ganados. Si sucedía esto, solo podía endeudarse y esperar que el año siguiente fuese más propicio. Dos años seguidos de calamidades podían significar la destrucción de una familia y su venta como esclavos para pagar las deudas. En este contexto, hablar de impuestos era importante para todos. Los más pobres corrían detrás de cualquier mesías que provlamaba que tenía que dejar de pagar a los romanos y levantarse en armas contra ellos; los más ricos, que eran también los notables del pueblo, no quería oír hablar de revueltas, porque eran los responsables ante Roma de la estabilidad social (que no de la paz, que es otra cosa más profunda); los romanos levantaban la oreja en en cuanto alguien en sus países ocupados mencionaba los impuestos, y se informaban con atención de sus movimientos.
Así las cosas, la pregunta es claramente una trampa. Los fariseos piensan que si Jesús se niega a pagar impuestos, los romanos se enterarán y se harán cargo de él; en cambio, si afirma que deben de pagar, el pueblo dejará de interesarse por él. El cálculo que hacen, como se ve, es solo político, no sospechan que Jesús pueda traer un mensaje diferente, que vaya al corazón de la persona, al fondo del ser humano.
La introducción que hacen de su pregunta es enormemente hipócrita. Lo alaban porque dice la verdad y no se deja llevar por la opinión de los hombres, pero al mismo tiempo no piensan que diga ninguna verdad, porque no creen en él, y le hacen la pregunta pensando que Jesús encontrará dificultades precisamente porque querrá quedar bien con todos. Son más hipócritas todavía porque ellos tampoco tenían una respuesta que gustase a todos. No querían pagar impuestos, pero no podían decirlo en público para evitar represalias. A Jesús, en cambio, le obligan a manifestarse.
Jesús, que sabía de qué iba la cosa, comienza con fuerza: «¡Hipócritas!» Queda claro que era verdad lo de que Jesús no actúa para gustar a la gente, y menos a los fariseos; un cero en diplomacia. Después les pide la moneda del tributo, y le presentan un denario, una moneda romana que llevaba la imagen y la inscripción con el nombre del César de turno.
La respuesta de Jesús, como hace siempre, re-enfoca la cuestión hacia el fondo, hacia la profundidad. No es el César el que salvará las personas ni las sociedades, solo Dios lo hará. Pero Dios, a diferencia del César, no impone su voluntad sino que la propone, la ofrece, para que nosotros, si queremos, la aceptemos. Jesús no niega que se tenga que pagar impuestos, ni tampoco niega que los impuestos exigidos en aquella época eran injustos. Jesús solo dice que, si no le damos a Dios lo que es de Dios, poco importará si se pagan impuestos al César, al falso mesías que derrote al Ce?ar, o al usurpador que mate al César. Desde el punto de vista de Jesús, los fariseos le están preguntando qué prefiere: una sociedad injusta que pague tributo al César o una sociedad injusta que no pague tributo al César. La sociedad es injusta porque no aceptamos el mensaje de amor de Dios. La única forma de salir del círculo vicioso es darle a Dios lo que es de Dios. ¿Y qué es «lo que es de Dios»?
Si en el denario estaba la imagen del César, la primera página de la Biblia ya dice que en el ser humano está la imagen y la semejanza de Dios. La persona humana está llamada a comprender quién es y qué es. La imagen más nítida, más auténtica, del ser humano es Jesús mismo, que se ofrece totalmente a Dios y a la humanidad por amor. Dar a Dios lo que es de Dios quiere decir darse totalmente por amor como Jesús lo hizo. Este es el camino que Jesús plantea para construir una sociedad más justa, solidaria, fraterna. Podemos poner parches, hacer pequeñas reparaciones, pero la transformación que nuestra sociedad necesita solo vendrá de la renovación que Dios puede hacer en nuestros corazones.

 

12 comentarios en «A Dios lo que es de Dios (Mateo 22,15-21)»

  1. Salidas como esta me hacen admirar a Jesús no sólo como salvador y como hijo de Dios, sino también como persona. El tío era realmente ingenioso e inteligente (lógico, con el padre que tiene tenía que salir listo…) ;-D

    Muchas gracias por esta entrada tan interesante, Javi 🙂

    1. jajajaj ademas de verdad que es muy interesante de conocer… estoy con estelwen, me maravilla la inteligencia tan fina de cristo, deseo que nos ilumine para salir hoy dia de situaciones conflictivas son fallarle.
      Lamento si no estoy comentando mucho, estoy sin mi ordenador y no puedo leer los comentarios como antes.Ademas de tener muchas cosas en que pensar… bueno alguna menos, por suerte.

  2. la hipocrecía en este tema es tan grande como las pobres explicaciones. Si tan grande es el poder divino, por qué es que la respuesta a la pregunta farisea es tan política. Si dios fuera tan poderoso, por que temerles a estos orangutanes humanos? A lo mejor porque no existe?

    1. Amigo Saúl, si Dios hubiese echo lo que tú piensas , tú no hubieras existido , manifestar todo su poder en ese momento, si con un buen razonamiento era suficiente, y así lo hizo, dice la palabra , que el día está cerca , comienza a creer , aceptar a Cristo como tú Salvador y que tú mente sea transformada para que puedas entender estos misterios, el apóstol Pablo lo expuso en Romanos capítulo 12 , seas bendecido, las cosas de Dios son de “Fe”

  3. La verdad de Cristo es tan extensa…
    Que anhelo de su sabiduría para comprenderla.
    Solo se que nuestros pensamientos no son sus pensamientos pero el tiene el poder de alinear nuestros pensamientos a los suyos.

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