[1ª lectura del domingo, 2.ª Adviento – Ciclo A]
Isaías 11,1-10:
En aquel día:
Brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz.
Sobre él se posará el espíritu del Señor:
espíritu de ciencia y discernimiento,
espíritu de consejo y valor,
espíritu de piedad y temor del Señor
Le inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias,
ni sentenciará de oídas;
defenderá con justicia al desamparado,
con equidad dará sentencia al pobre.
Herirá al violento con el látigo de su boca,
con el soplo de sus labios matará al impío.
Será la justicia ceñidor de sus lomos;
la fidelidad ceñidor de su cintura.
Habitará el lobo con el cordero,
la pantera se tumbará con el cabritillo,
el novillo y el león pacerán juntos:
un muchacho pequeño los pastorea.
La vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas;
el león comerá paja con el buey.
El niño jugará en la hura de la víbora,
la criatura meterá la mano
en el escondrijo de la serpiente.
No harán daño ni estrago
por todo mi monte santo:
porque está lleno el país
de conocimiento del Señor,
como las aguas que colman el mar.
Aquel día la raíz de Jesé
se erguirá como enseña de los pueblos:
la buscarán los gentiles,
y será gloriosa su morada.
Tenemos tendencia a domesticar la Biblia. Ante este texto tan maravilloso lo fácil es decir que el profeta imagina de forma poética un futuro en paz y concordia hasta expresarlo con contrastes imposibles.
Pero no es eso, al menos no exactamente, al profeta le importa un pimiento lo que pensemos acerca de lo que él ha escrito, lo que le interesa de verdad es lo que hagamos, es cómo reaccionemos.
Hoy este párrafo me ha recordado el lema, que ya nos parece viejo, con el que nos acercábamos a la Eurocopa hace no tanto. Podemos. De verdad que podemos construir un mundo basado en la concordia y el respeto, de verdad que podemos vivir en paz. La paz es posible. El principal escollo es nuestra falta de confianza en que, ciertamente, podemos. Podemos porque el Señor está con nosotros, porque él pone toda su fuerza y su empeño en que nos pongamos a construir su reino de Paz y Fraternidad con mayúsculas. Que sí, que podemos, de verdad.
¡Creo, Señor, pero aumenta mi fe!
(Domingo 2.º Adviento – Ciclo A)