28 Mar 2024

Su Espíritu vive en nosotros (Juan 14,15-21)

[Evangelio del domingo, 6.º de Pascua – Ciclo A]

Juan 14,15-21:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
—Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo pediré al Padre que os mande otro defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y está en vosotros
»No os dejaré abandonados; volveré a estar con vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis, porque yo vivo y vosotros también viviréis. Aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, vosotros en mí y yo en vosotros. El que conoce mis mandamientos y los guarda, ése me ama; y al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él.

Jesús sigue con su discurso de despedida dirigido a sus amigos. Si me amáis, dice, me haréis caso, porque ya sabemos que obras son amores y no buenas razones. Se lo cuenta así porque en breve va a ser separado violentamente de ellos. Él se marchará porque lo van a arrastrar, preso, ante un tribunal injusto que lo condenará a muerte; ellos también se marcharán, presos de su propio miedo, y huirán de todo lo que tenga que ver con Jesús hasta que se les muestre resucitado.
El drama de la separación, cuando llevaban apenas tres años con el maestro, supuso una crisis de la comunidad que tuvieron que superar con mucho esfuerzo. Hoy nos resulta imposible hacernos una idea de lo que entrañaba para aquel pequeño grupo amenazado. Jesús era su única baza, su único valor, el único centro de sus vidas. Jesús creía en ellos mucho más de lo que ellos creían en sí mismos… como nos pasa todavía hoy.

Después de la resurrección ellos sabían que Jesús estaba de verdad vivo, que no se trataba solo de un recuerdo, de un deseo, de un ideal, sino de una vida distinta, plena, auténtica, que había alcanzado tras entregar su vida del todo por amor. Pero no tenían el calor de su mirada, sus palabras —tiernas o exigentes, siempre llenas de buena noticia—, sus manos ásperas y curtidas por el trabajo con las que daba la salud a quienes acudían a él. Les faltaba su presencia física y al mismo tiempo sentían con intensidad su presencia real, viva, interna, dinámica.
Espíritu significa literalmente aire. Así, como el aliento que entra en el cuerpo y da vida, entendían los primeros cristianos la presencia de Dios dentro de ellos. La comunidad de Juan reflexiona y ve que Jesús no les ha dejado huérfanos, que su Espíritu viven dentro de ellos, que llevan a Dios por todos los rincones de su existencia.

Esta invitación increíble se hace extensiva a todos nosotros. El autor del evangelio lo escribió así a propósito. Porque sabía que iban a pasar los años, y que seguiríamos recordando a Jesús y sus palabras, pero que se nos iba a olvidar que dentro de nosotros mismos, por puro regalo suyo, sigue palpitando Dios mismo con toda su fuerza, su inmensidad, su potencia, su amor. No somos nosotros sus dueños, no es algo que podamos controlar. Pero tampoco es una idea bonita ni una auto-sugestión vacía. Es tan real y concreto que hasta Juan nos indica cómo podemos verlo: En quien cumple el mandamiento de amor que Jesús nos enseñó con palabras y nos mostró con su entrega. Donde hay caridad y amor, allí está Dios, reza un antiguo himno cristiano. El amor que vive y fluye y se agita dentro de nuestra sociedad, que desde hace milenios está ahí y seguirá estando siempre, es el mejor signo de que Dios renueva y transforma a cada momento la inmundicia del mundo. Solo nos pide que le prestemos nuestro tiempo, nuestro rostro, nuestra voz, nuestra mirada, nuestras manos. Así podrá hacerse presente, podrá manifestarse a muchos más que lo necesitan urgentemente y no lo encuentran. Jesús también nos ha asegurado que, si somos capaces de entregarnos a Dios como él hizo, la experiencia nos va a doler; en el alma y en el cuerpo, en los pies, las manos y el costado. Pero ningún otro camino lleva hasta donde él está, hasta la vida plena.

(Domingo 6.º de Pascua – Ciclo A)
(Dibujo: fano)

5 comentarios en «Su Espíritu vive en nosotros (Juan 14,15-21)»

  1. Gracias por el comentario.aclare muchas dudas y ya tengo las bases para cantarle al señor y a la comunidad y transmitirles a traves del canto lo que jesus quiere que recordemos y aprendamos.

  2. Este es un texto el cual solo puedo limitarme a disfrutarlo, cristo habla del espiritu santo y del verdadero amor, el amor hacia el. El Espiritu Santo para mi es un gran desconocido,ni siquiera puedo imaginarme su forma.Creo en él y en su inspiración, veo a veces sus efectos, aunque me cuesta mas que ver lo que cristo o dios realiza. Para mi es como un trabajador que realiza su labor en silencio, ni te enteras de que esta trabajando, pero la labor se hace, aunque no siempre sepas el como o el porqué ese trabajador completa esa labor o el motivo de la misma. Lo cierto es que funciona.
    Gracias a Jesus porque recibimos el Espiritu Santo, y gracias al Espiritu por haberse quedado con nosotros.

    1. Por haberse quedado con nosotros y unirnos al Padre y al hijo.

      Disculpad el segundo mensaje, envié antes de tiempo.

  3. Gracias, Andrómeda. Como tú dices, el Espíritu no nos lo podemos imaginar, por eso la Biblia utiliza esa imagen para hablar de Dios, para que nos acordemos de que Dios siempre se escapará a nuestra imaginación, aunque está siempre actuando y podemos ver sus efectos.

Responder a Javi Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.