Marcos 9,13-28:
14 Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. 15 Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. 16 El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? 17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. 19 Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. 20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. 22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. 23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. 25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. 28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
Esta página del Evangelio de Marcos me parece preciosa… Aunque alguien podría decir: “¿Preciosa? ¿Qué tiene de preciosa, con un epiléptico, echando espuma por la boca, el pobre, y Jesús tirándose de los pelos y diciendo a sus amigos: ‘¿Hasta cuando tendré que soportaros?’ ”
Pues sí, a mí me parece que es preciosa porque podemos ver cómo Marcos nos retrata a nosotros mismos.
– Los discípulos no han podido curar al muchacho, y Jesús les dice que les falta fe. No que tengan poca, que ya sería algo, les dice directamente que no tienen.
– El padre del enfermo le pide a Jesús que tenga misericordia y que, si puede, haga algo.
Jesús le responde con claridad: “Todo es posible para el que tiene fe”
El padre entonces grita: “¡Creo, pero ayúdame a tener más fe!”
Aquí es donde nos retrata el evangelio. Esta es la grandeza y la limitación del creyente: Creemos, pero también dudamos. Tenemos fe, pero necesitamos ayuda.
– El niño, al final, es curado por Jesús, que muestra su misericordia, tal como el padre del chico le había pedido.
– ¿Y nosotros?
A veces, como el enfermo del evangelio, nos quedamos mudos ante el sufrimiento, ante el dolor, ante la injusticia.
A veces podemos ser tan críticos con los demás que es como si echásemos espumarajos por la boca, como el epiléptico.
A veces podemos quedarnos rígidos, es decir, inmóviles, inactivos; quedarnos quietos en el camino en lugar de seguir a Jesús, en vez de trabajar por la justicia.
De todo esto Jesús también nos cura, y sólo pide un poquito de fe.
Yo sufro de lo mismo e hido al c Ignacio no tuve ninguna mejora, tambiem fui a diversos medicos los cuales no pudieron solucionar mis problema, yo oro para sanarme ya que tengo una familia y mo consigo esr milagro.