Comentario de Hechos 9,1-9 (final)
¿Y qué hizo Pablo tras recibir la orden de Jesús? Se levantó en seguida. Lo primero que le pide Jesús es: «Levántate»; lo primero que hace Pablo es levantarse. Esto tiene un nombre claro: obediencia. Pablo obedece inmediatamente a Dios; a pesar de que se le ha caído su esquema mental, de que todo lo que valoraba antes ya no tiene importancia, es capaz de obedecer a su Señor. Además, Lucas subraya: «se levantó del suelo», es decir, del sitio al que había caído antes; deja de estar en la tierra, en la postura del hombre sin vida, para estar ahora de pie, que es la postura del vivo, del que ha recibido la vida porque Dios se la ha querido dar.
Pero hay un problema; Pablo sigue sin comprender nada. Esto se expresa con el símbolo de la ceguera. Aunque intentaba comprender, intentaba ver qué quería decir todo aquello, no podía ver, no podía captar cuál era el mensaje que Dios le quería dar. Por ello, queda ciego, sin visión interior de las cosas. Tendrá que esperar. La conversión es un proceso que lleva su tiempo, el tiempo de Dios.
Le quedan dos órdenes de Dios por cumplir. Pero la segunda no es capaz de hacerla sin ayuda. Por ello necesita que lo lleven a la ciudad, y además, lo llevan «de la mano», como si fuese un niño, como si estuviese de nuevo aprendiendo a caminar, como si se tratase de un nuevo nacimiento. Dios lo ha vuelto a crear, lo ha levantado de la tierra y ahora lo acompañan como a un crío hacia el nuevo nacimiento que será el bautismo.
Y en Damasco está tres días sin comprender nada, sin saber a qué viene aquella intervención repentina de Dios en su vida. «Tres días» que nos recuerdan el tiempo que Jesús pasó en el sepulcro, mientras la creación entera esperaba, expectante, que Dios sacase vida de donde era imposible que la hubiese. Pablo espera también a que Dios se manifieste a él y le explique, le haga ver de nuevo.
Además, Pablo ayuna. Es un símbolo claro de la debilidad humana. Ayunar es una forma de decirle a Dios: «reconozco mi limitación, mi debilidad; sólo tú puedes darme la vida; yo, por mí mismo, no soy capaz».
(Hasta aquí el comentario de Hechos 9,1-9. Hemos intentado bajar a detalles sin llegar a ser ponernos demasiado “serios”. Esperamos que os haya sido útil para vuestra reflexión. Ahora la parte que queda, la más difícil, la tenéis que hacer vosotros y vosotras; se trata de aplicaros todo lo que Lucas dice a vuestras propias vidas. Reflejar vuestras actitudes en las que Pablo muestra en el texto y tomar la difícil decisión: ¿Le hago caso yo también a Dios que me llama?)
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¡Bien! Gracias por la preciosa reflexión.
Muchas gracias a ti por los ánimos.