EL HIMNO AL AMOR
Los cristianos de Corinto tenían algunos problemas que Pablo quiere que corrijan enviándoles la carta. Uno de los principales era su falta de unidad, de cercanía entre todos los miembros de la comunidad. Había grupos de cristianos que no compartían las mismas ideas, e incluso acusaban a los otros de estar equivocados. En sus discusiones, algunos decían que eran fieles a Pablo, otros que preferían seguir la enseñanzas de otro evangelizador, llamado Apolo, y así la reconciliación entre los distintos grupos se hacía cada vez más difícil.
Uno de los motivos de discusión eran los «carismas» de cada grupo. En las Iglesias primitivas, en las que no había tanta organización como ahora, las distintas tareas de la comunidad se repartían entre todos. Algunos hablaban en nombre de Dios, es decir, interpretaban lo que sucedía a su alrededor, buscando tomar decisiones, y así lo comunicaban a los hermanos; es lo que se conoce como «don de profecía». Había otros que «hablaban en un lenguaje misterioso» (el llamado «don de lenguas»), que consideraban una manifestación del Espíritu Santo; otros se responsabilizaban del servicio; otros se dedicaban al estudio de las Escrituras y al conocimiento; otros decían que tenían más fe que nadie…
Toda esta riqueza de la comunidad, llamada «carismas», era mal aprovechada porque no contribuía a la unidad, sino a las discusiones y a las comparaciones: «en mi grupo tenemos más conocimiento que el tuyo», «pues nosotros tenemos más don de lenguas», «eso no es nada, en el don de profecía no nos gana nadie…»
Frente a esta desunión, Pablo dice muchas cosas en la primera carta a los corintios, y una de ellas es el capítulo 13, en el que quiere ir al núcleo más hondo de todos los carismas, a lo que realmente importa. Y lo descubre precisamente en el amor.
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Je, fíjate, pues creo que los cristianos no hemos cambiado mucho desde los primeros tiempos hasta ahora… y las distintas comunidades cristianas siguen sin hacer demasiado caso a la carta de Pablo, me temo 🙁
¡Cuánta razón tienes, Estelwen!
Hay párrafos en la Biblia que son difíciles de actualizar, de entender en nuestra cultura, tan distinta a aquella; pero también los hay que parece que fueron escritos ayer mismo, de tan actuales y acertados que aparecen.
La llamada al amor de Pablo queda y quedará siempre como un faro luminoso que nos guíe, entre los escollos de nuestras infidelidades al amor, hacia la perfección que Dios un día nos regalará.