21 Mar 2025

Dios es juez. Tú no (Mateo 13,24-43)

[Evangelio del domingo, 16.º del Tiempo Ordinario – Ciclo A]

Mateo 13,24-43:

En aquel tiempo Jesús propuso otra parábola a la gente:
—El reino de Dios es semejante a un hombre que sembró buena semilla en un campo. Mientras sus hombres dormían, vino su enemigo, esparció cizaña en medio del trigo y se fue. Pero cuando creció la hierba y llevó fruto, apareció también la cizaña. Los criados fueron a decir a su amo: “¿No sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?” Él les dijo: “Un hombre enemigo hizo esto”. Los criados dijeron: “¿Quieres que vayamos a recogerla?” Les contestó: “¡No!, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis con ella el trigo. Dejad crecer juntas las dos cosas hasta la siega; en el tiempo de la siega diré a los segadores: ‘Recoged primero la cizaña y atadla en haces para quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero.’”
Les propuso otra parábola:
—El reino de Dios es como un grano de mostaza que toma un hombre y lo siembra en su campo. Es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece es la mayor de las hortalizas y se hace árbol, de tal suerte que las aves vienen y anidan en sus ramas.
Les dijo otra parábola:
—El reino de Dios es semejante a la levadura que una mujer toma y la mete en tres medidas de harina hasta que fermenta toda la masa.
Jesús decía a la gente todas estas cosas en parábolas, y no les decía nada sin parábolas, para que se cumpliera lo que había anunciado el profeta: Abriré mi boca para decir parábolas y publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron:
—Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
Él respondió:
—El que siembra la buena semilla es el hijo del hombre. El campo es el mundo. La buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno. El enemigo que la siembra es el diablo. La siega es el fin del mundo, y los segadores los ángeles. Como se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así también será al fin del mundo. El hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino a todos los que son causa de pecado y a todos los agentes de injusticias y los echarán al horno ardiente: allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. ¡El que tenga oídos que oiga!

Leemos en el evangelio de Mateo varias parábolas acerca del Reino de Dios. Jesús hacía el esfuerzo de explicarse con parábolas al mismo tiempo que provocaba a su auditorio para que se hiciese preguntas fundamentales. La parábola de la cizaña, por ejemplo, es una doble llamada: Dios es juez, solo Dios es juez.
El campo es el mundo, y en el mundo está mezclado el bien y el mal, de forma que no son fáciles de distinguir. Solo cuando se forma la espiga, cuando aparecen los frutos, se ven las diferencias. Nosotros tenemos la costumbre de juzgar por apariencias, de valorar a las personas de forma superficial. Muchos consideran normal formarse una idea de la gente apenas la han conocido, y en seguida decidir si esa persona les cae bien o mal. Anhelamos un mundo mucho más simple, blanco y negro, como una peli de buenos y malos, pero la realidad no es así; ni siquiera nosotros mismos somos así. La mayoría de la gente tiene experiencia de entrega y de egoísmo, de amor y odio, de bondad y de maldad.
Los criados que le proponen al dueño arrancar en seguida la cizaña piensan con lógica (de hecho, así se hace en realidad en agricultura), pero la parábola sorprende: dejad que crezcan juntos, al final, solo al final, se verá.
Los criados somos nosotros, a veces muy voluntariosos para extirpar el mal del mundo, incluso con el peligro de arrancar también el bien. Lo llamamos “mal menor”, “daños colaterales”. ¡Menos mal que Dios no piensa como nosotros! A nosotros nos toca velar, estar vigilantes, anunciar y proponer su palabra, motivar y animar a los demás a seguirla, pero nunca imponerla, ni creernos en posesión del bien y del mal, ni discriminar entre buenos y malos.
La parábola quiere dejar claro que solo Dios es juez y nosotros no somos Dios. El juicio es una realidad que la Biblia anuncia con frecuencia, llamándonos a la coherencia de vida, a la sinceridad de corazón, al seguimiento de Jesús. Pero el Juez solo es Dios. Solo él sabrá cómo hará el juicio y cuál será su veredicto.

(Domingo 16.º del Tiempo Ordinario – Ciclo A)

4 comentarios en «Dios es juez. Tú no (Mateo 13,24-43)»

  1. un comentario muy didáctico,directo y claro, fácil de entender y aplicar a nuestra vida diaria. GRACIAS¡¡¡¡ porque cada día con sus comentarios fortalecemos nuestra vida espiritual

  2. Me llama la atencion de este texto que pongan de parabolas ejemplos de que algo muy pequeño y sencillo (como el grano de mostaza la mas pequeña de las semillas) puede dar grandes frutos y llegar a ser algo grande, como si fuese la manera de verse desde el cielo ese pequeño grano de mostaz, lo que es pequeño sencillo y casi invisible en la tierra, en el cielo es grande y maravilloso, dios hace que nazca la vida de lo mas humilde, y con su ayuda, el fruto es que nazca el amor y la vida alla por donde pasa inundando la tierra con el amor divino.
    La verdad es que es unt exto muy bonito.
    Javi, me gusta como has titulado el comentario de hoy eso de “dios es juez, tu no” es algo que no deberiamos de olvidar, por mucho que podamos conocer a las personas nadie las comonoce como dios, el sabe como son los corazones de cada uno. Tambien me gusta especialmente la frase que pones “¡menos mal que dios no piensa como nosotros”, que razón tienes, gracias a El que piensa diferente a las personas que el posee la infinita sabiduria, si no… estariamos perdidos.

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