Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para prepararle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirle, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto le dijeron:
-Señor, si quieres, diremos que baje fuego del cielo para que acabe con ellos.
Pero Jesús se volvió, y los reprendió. Luego se fueron a otra aldea.(Lc 9,51-56. Texto de la traducción Dios habla hoy)
Dolores Aleixandre comenta este texto en Palabra y Vida 2008:
“Dos actitudes diferentes: la de los samaritanos y la de los discípulos, pero ambas equivocadas. Los primeros, encarnan la postura cerrada e intransigente de quienes han hecho de su etnia lo más importante en su escala de valores, y consideran enemigas a las demás. La de los discípulos revela un deseo de responder con violencia a cualquier ataque recibido. Entre estas dos, la de Jesús, que emprende con valor su viaje a Jerusalén y se comporta con la mansedumbre de quien ha puesto el amor por encima de todas las cosas.”