28 Mar 2024

La medida del amor es el amor sin medida (Mateo 5,38-48)

[Evangelio del domingo, 7.º Tiempo Ordinario – Ciclo A]

Mateo 5,38-48:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente.” Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.
»Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles?
»Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.

Ahí queríamos llegar. El discurso del monte o sermón de la montaña había empezado con las bienaventuranzas, presentando una visión distinta de la sociedad, en la que Jesús prometía que Dios iba a volver del revés las reglas del juego. A continuación invitaba a sus discípulos (a nosotros) a ser testigos creíbles ante el mundo de este nuevo mensaje, y pasaba después a reflexionar algunos mandamientos y a ofrecer su reinterpretación personal, buceando en lo profundo del corazón humano, sin limitarse a los actos externos, sino buscando las motivaciones internas que nos llevan al mal, al egoísmo, al odio.
El texto de este domingo sigue la reflexión llevándola hasta el final: en el corazón de la Ley de Dios está Dios mismo que es todo amor y solo amor.
«Ojo por ojo y diente por diente» era una ley muy avanzada cuando se inventó, hace ya milenios. La reacción «normal», casi «automática» cuando alguien recibe un daño es la venganza; está muy bien expresada en el Génesis (4,23-24) en palabras de Lámec: «Yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que recibí. Caín será vengado siete veces, mas Lámec lo será setenta y siete.» La violencia genera siempre violencia y se alimenta a sí misma en una espiral de sufrimiento que se vuelve irrompible. Para evitarlo, la ley del Talión prevé que no se pueda devolver más daño del recibido.
Jesús plantea un cambio radical; no hay que vencer al mal con un «daño controlado», sino utilizar el bien para hacer frente al mal. Ser abofeteado suponía un insulto más que una herida física, ofrecer la otra mejilla voluntariamente desactiva cualquier significado del insulto. Los soldados romanos podían obligar a cualquiera a llevar una carga una distancia de mil pasos (recordemos a Simón de Cirene, obligado a llevar la cruz de Jesús); la Ley prohibía tomar en préstamo la capa del pobre (la vestidura exterior), por eso algunos acreedores exigían la vestidura interior (la túnica). Las respuestas que Jesús plantea a estos actos atacan directamente la espiral de violencia y la desmontan por completo. La pregunta que surge inmediatamente es «¿pero cómo es esto posible?»
Jesús, entonces, lanza su mayor apuesta, su frase más arriesgada: «Amad a vuestros enemigos». ¡Imposible!

Efectivamente. Jesús es consciente de que amar a los enemigos nos resulta imposible si nos planteamos las cosas desde nosotros mismos, por eso en seguida menciona al único que lo puede hacer posible: «vuestro Padre que está en el cielo». Nos invita a dirigir la mirada hacia Dios y fijarnos en cómo actúa él, en su bondad derramada sobre toda la humanidad sin distinción, en el sol y la lluvia que bendicen y fecundan los campos de todos y cada uno. Solo Dios puede plantearnos una meta así.
Para Jesús la vida humana no se vive como un logro ya conseguido, sino como una búsqueda, como un camino. Poco después, el evangelio de Mateo nos va a invitar a acompañar a Jesús en su difícil ascensión a Jerusalén. Los discípulos no entenderán casi nada, y allí, cuando Jesús mismo nos esté dando ejemplo del amor hasta el final, del amor a los enemigos que predica, sus amigos lo abandonarán. Sólo la resurrección les abrirá la mente y serán capaces de dar la vida por aquel que antes abandonaron.
Cuando el evangelio nos propone que amemos a nuestros enemigos, no lo hace por ingenuidad o ignorancia. Es muy consciente de que el único poder capaz de llegar a ese extremo es el poder de Dios. Por eso el evangelio es Buena Noticia, porque nos está dando mucho más de lo que nos atrevemos a pedir. Nos está diciendo: «Dios tiene el poder de hacerte amar con una intensidad que ni tú puedes imaginar. Tú tienes el poder de acoger de Dios esa gracia, ese amor, y de repartirlo como Dios mismo hace. Tu corazón es grande, es inmenso porque Dios quiere hacerlo tan inmenso como el suyo. ¿Te vas a conformar con menos?»

(Domingo 7.º Tiempo Ordinario – Ciclo A)
(Imagen: reflexiones-para-compartir.blogspot.com)

15 comentarios en «La medida del amor es el amor sin medida (Mateo 5,38-48)»

  1. ¡Ugh! Aquí viene lo que yo llamo el mandamiento imposible. Jesús dice “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”, pero a mí eso me parece totalmente imposible. Precisamente por ser humanos no somos perfectos. Si fuésemos perfectos, seríamos dioses, y Dios sólo hay uno. Me parece injusto exigir a un ser humano sentir y pensar como un dios. Es como si le exigiéramos al perro más listo del mundo que hiciera divisiones de tres cifras; sencillamente no puede. Queda más allá de sus capacidades.
    Lo máximo que yo he podido “amar” a un enemigo es teniendo compasión de él: es decir, razonando que al fin y al cabo el más perjudicado por sus malas acciones es él, porque él nunca va a ser plenamente feliz mientras sea malvado (de hecho, la gente que se comporta mal suele ser porque es desgraciada o está transtornada, no hay nadie que asesine de puro feliz).

    Pero lo peliagudo del asunto, en realidad, no es esto. Lo peliagudo del asunto es que este mandamiento puede llevar a un punto muy peligroso: a dejar que los malos venzan por no enfrentarnos a ellos. ¿Significa eso que si alguien quiere hacernos daño no podemos defendernos? ¿Debemos permitir pasivamente que se nos haga daño? ¿O que no podemos atacar a quien comete injusticias? Porque lo de amar a los enemigos está muy bien, pero si los ingleses, los americanos y los franceses hubiesen decidido amar a Hitler en lugar de hacerle la guerra, no quiero ni pensar en cómo sería el mundo hoy en día…

    En definitiva, ¿cómo conseguimos amar a nuestros enemigos y al mismo tiempo impedir que hagas daño (a nosotros y a los demás)?

  2. Respecto al primer comentario que haces, lo sorprendente del “mandamiento” de Jesús es que nos está pidiendo que “seamos dioses”, que seamos “como Dios”. Eso es precisamente lo que Adán y Eva habían querido arrebatarle a Dios haciéndole caso a la serpiente mentirosa: “seréis como dioses”.
    La diferencia está en que es Dios mismo el que nos lo quiere regalar.
    Porque para Dios no hay nada imposible.

  3. Ya, claro, para Dios no hay nada imposible, pero para los humanos sí. Al menos, yo nunca he sabido de un ser humano que sea perfecto. Y tampoco veo que Dios “nos regale” la divinidad en este texto. Lo que hace es pedirnos que la alcancemos por nosotros mismos, lo cual, humildemente, sigo viendo imposible.
    Lo de Adán y Eva… me parece que la serpiente con lo que les tentaba era con la sabiduría y el poder divinos, no con la responsabilidad y perfección que conlleva la divinidad. Esa es, creo yo, la contrapartida: no puede ser divino un ser que no sea perfecto, y, a su vez, no existe nada perfecto fuera de lo divino.

    Por cierto, aún espero que sepas aclarar mis dudas respecto al segundo comentario 🙂

    PD: Sí, lo sé, soy mala, ¿verdad? Mea culpa XD

  4. JAJAJAJJA estelwen, me he reido con tu postdata, por cierto una preguntita ¿que entientes tu por la perfeccion del ser humano? es que yo antes tenia un concepto de eso y ahora tengo otro que considero bastante distinto.

    Javi: de este texto no me escapo sin comentar algo mas tarde o mas temprano.

  5. ¿Perfecto? Dícese del que no comete errores, siempre acierta en todo, no tiene defectos y posee todas las virtudes. Es decir, Dios, Dios, y… humm, ¿Dios? XD

    1. lo que me figuraba estelwen, tu idea de la perfeccion y la mia son diferentes, tienes mi anterior idea de perfeccion… o esa impresion tengo. Para mi la perfeccion antes era hacer todo perfecto, o sea tu trabajo perfecto sin equivocarte jamas, no ser torpe, siempre saber que decir en cada momento, si se es estudiante por ejemplo, sacarlo todo con matricula, y espiritualmente, jamas equivocarte, jamas errar, jamas sentirte mal, jamas pecar…Asi era mi imagen de los santos, la perfeccion absoluta como la de Dios, pero hoy dia, creo que estaba tremendamente equivocada.
      Ahora entiendo la perfeccion de otra manera, persona perfecta para dios, no creo que sea aquella que no tiene torpezas, quizas sea hasta torpe en su trabajo, pero estoy segura de que pone mucho amor en todo lo que hace, ama a dios sobre todas las cosas y personas, y busca la perfeccion, pero la espiritual, hasta llegar a conseguir su pureza de alma, y amar a dios como el nos ama a nosotros. quizas incluso tubo siempre pureza de corazon y ha conseguido conservar esa pureza, pero metio la pata muchas veces, y hasta tal vez hizo daño sin quererlo, tratando de hacer un bien. Esa es mi idea de perfeccion hoy dia. Espero que me entendais lo que quiero decir.

  6. Jajajajajajaja.
    Eres tremenda, Estelwen, doy gracias a Dios de que nos hayamos encontrado en este blog.
    Para empezar, comienzo citándote:

    …no puede ser divino un ser que no sea perfecto, y, a su vez, no existe nada perfecto fuera de lo divino.

    Totalmente de acuerdo.
    Por otra parte, si el evangelio nos está pidiendo que seamos perfectos, por tanto la conclusión es…
    ¡Exacto! ¡Sed divinos!
    Ahora viene al caso tu comparación sobre los perros que no saben hacer divisiones de tres cifras. Cuando los autores del libro del Génesis reflexionan sobre estas cosas (sobre la diferencia entre seres humanos y animales, no sobre las divisiones) encuentran una solución muy interesante:

    Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, … Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. (Gn 1,26-27)

    Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. (Gn 2,7)

    Dos textos tan diversos, escritos en épocas muy distantes, concuerdan en afirmar, sin saber muy bien explicar cómo, que en el ser humano hay “algo” divino.
    Los autores bíblicos no tenían la pretensión de poder definir a Dios, sabían que excedía cualquier cosa que ellos pensasen o escribiesen; tan solo se atrevían a expresarlo con metáforas, intuiciones, aproximaciones… Pero estaban convencidos de que en el interior del ser humano palpita la divinidad con una fuerza difícil de comprender.
    Muchos siglos después, san Agustín dijo aquello de que Dios está más dentro de mí que yo mismo.
    En lo que sí creo que te equivocas es en afirmar que este texto lo que hace…

    …es pedirnos que la alcancemos por nosotros mismos.

    Eso no tendría sentido, o mejor dicho, sería volver a caer en la tentación de Adán y Eva, o en la torre de Babel.
    Yo veo que el sermón de la montaña, al que pertenece este fragmento, tiene una construcción muy elaborada, con una estructura concéntrica que coloca en el centro de todo la oración, y en el corazón del centro el “Padre Nuestro”. Resulta muy instructivo que este discurso, cuya clave es la moral, la vida coherente con el Reino, la exhortación a dar fruto, a ponerse a trabajar, tenga como texto central la petición a Dios. Es otra forma de expresar la fascinante paradoja del ser humano: “Cuando Dios trabaja, el hombre suda”, no hay una distribución del trabajo entre Dios y el ser humano, sino una compenetración que nos resulta imposible de diseccionar.

  7. Jejeje, yo también doy gracias a Dios por haber encontrado este blog. Me gusta mucho poder comentar temas de religión con un experto ^^
    Como bien dices, veo que la Biblia nos insiste en que hay algo divino en nosotros. Pero, aunque tengamos el espíritu de Dios en nosotros, aunque Él nos haya dado un alma inmortal… no sé, me sigue pareciendo extraño que espere de nosotros la perfección divina. Aunque tal vez lo que nos pide es que no dejemos de intentarlo con todas nuestras fuerzas. Supongo que sólo intentando alcanzar la perfección podemos estar seguros de mejorar un poco más cada día 🙂

    Por cierto, mi segundo comentario lo percibo incómodo, ¿no? ;-P

    1. No, incómodo no, es que estaba todavía preparando la segunda parte de la respuesta al primer comentario… ¡y hacía 45 minutos que habías respondido!

  8. Otro punto importante es el significado de la palabra “perfecto” (en griego, teleios). La pregunta no es tanto, qué entendemos nosotros por “perfecto”, sino qué entendía Mateo.
    Para esto voy a sacar la artillería pesada, perdonad, pero el comentario va a ser bastante técnico. Espero saber explicarme bien.
    De por sí, teleios puede significar “completo, terminado, realizado”, así como “perfecto, sin mancha, eminente”, y también “maduro, crecido, hecho”, o “definitivo, último”. La raíz de la palabra es telos, que significa, entre otras cosas, “fin”, con toda la riqueza que también tiene la palabra castellana (simple final, acabamiento, o bien finalidad, objetivo, meta…).
    Platón, Aristóteles y los estoicos utilizan el término teleios en sus respectivas éticas; también el judío Filón, que escribe para hacerse comprensible al mundo griego y el gnosticismo hermético.

    Por otra parte, Mateo es un judío que se ha hecho cristiano, y escribe para una comunidad con muchas raíces judías, que conoce bien la Biblia (el Antiguo Testamento, claro) y participa de su misma cultura y lenguaje.
    Muchos judíos desconocían el hebreo y utilizaban una traducción al griego de la Biblia. Las culturas griega y hebrea son muy distintas, y en aquella traducción se expresaban, con palabras griegas, los pensamientos judíos.
    ¿A dónde quiero llegar con todo esto? Pues a que tenemos que buscar qué entendía Mateo por teleios buscando qué concepto hebreo hay detrás del griego.
    Pues vamos a buscarlo: teleios aparece en el Antiguo Testamento griego 18 veces:
    Gn 6,9; Ex 12,5; Dt 18,13; Jt 20,26; 21,4; 2Sa 22,26; 1Re 8,61; 11,4; 15,3.14; 1Cr 25,8; 28,9; Esd 2,63; Sl 138,22; Ct 5,2; 6,9; Sb 9,6; Sir 44,17

    En una de ellas traduce el hebreo mebin, que significa sencillamente “entendido”, frente a quien es un simple “aprendiz”.
    En otras cuatro, muy interesantes, traduce el adjetivo shalem (suena a Shalom, ¿verdad?, es la misma raíz) y significa “entero, indiviso”, aplicado al corazón del rey que es fiel (o no) a Dios, es decir, si su corazón es “enteramente” de Dios, o bien hacía sacrificios a los ídolos y les levantaba santuarios.
    Otra seis traducen tamim o tam. Tam significa, sencillamente, “entero”, y tamim es una derivación que nosotros traduciríamos por “íntegro”, “cabal”. Es aplicado a Noé, el único hombre “justo e íntegro” (Gn 6,9), y hasta al animal para el sacrificio que debe ser “sin mancha”, “sin tara” (Ex 12,5). En 2Sam 22,26 en una oración dirigida a Dios se afirma que él es “íntegro con el hombre íntegro”, es decir fiel. En Dt 18,13 encontramos un mandamiento en que Moisés pide a su pueblo que sea “íntegro” ante el Señor, su Dios.

    En resumen, que para Mateo, la palabra teleios no tendría el sentido de perfección total. En Gn 17,1, por ejemplo, Dios le pide a Abraham que sea tamim.
    Por otra parte, Mateo está parafraseando Levítico 20,26 (“Sed santos para mí, porque yo, el Señor, soy santo”), adaptándolo.

    Hay todavía otra forma de averiguar qué quiere decir Mateo con teleios: buscando en el propio evangelio si vuelve a aparecer la palabra. Pues estamos de suerte, vuelve a salir en 19,21, y es el mismo Jesús el que la vuelve a emplear. Cuando el hombre rico le pregunta: “¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?”, Jesús responde: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego sígueme.”

    Los esenios también pedían la perfección, teleios, para sus seguidores, pero lo interpretaban como cumplimiento estricto y escrupuloso de la Ley. Para Mateo, la “perfección”, como ha explicado en los versículos anteriores, es más bien una llamada a la intensidad del seguimiento de la voluntad de Dios y no le da el sentido cuantitativo esenio.

    La otra cuestión, la del amor a los enemigos, la dejo para otro día, que se hace tarde. Pero antes te hago yo también una pregunta, ¿qué entiendes tú por “amar”?

  9. ¿Qué entiendo yo por amar? Supongo que no te refieres a ningún tipo de amor en concreto, sino al significado de la palabra \amar\ en su sentido más general. Hum, la pregunta es más difícil de lo que parece; siempre he pensado que las cosas más importantes de la vida son las más difíciles de definir. Pero, después de pensarlo, creo que, como respuesta corta, diría que amas a alguien cuando anhelas su compañía y deseas su bien por encima del tuyo.

  10. Estelwen, coincido en parte con la definición de amor: Desear el bien del otro. Pero pienso que no siempre todos los tipos de amor conllevan anhelar la compañía de la otra persona.
    Lo que decías en tu primer comentario plantea dos cuestiones, una fácil de responder y otra bastante compleja:

    …este mandamiento puede llevar a un punto muy peligroso: a dejar que los malos venzan por no enfrentarnos a ellos. ¿Significa eso que si alguien quiere hacernos daño no podemos defendernos? ¿Debemos permitir pasivamente que se nos haga daño? ¿O que no podemos atacar a quien comete injusticias? Porque lo de amar a los enemigos está muy bien, pero si los ingleses, los americanos y los franceses hubiesen decidido amar a Hitler en lugar de hacerle la guerra, no quiero ni pensar en cómo sería el mundo hoy en día…

    Lo primero es fácil de responder de distintas formas:
    – El amor es desear el bien del otro, y que el otro sea injusto, asesino, genocida, ciertamente no es su bien. Defendernos del daño que nos quiere hacer es legítimo, pero no significa que dejemos de amarle, es decir, de desear su bien y actuar en todo lo que esté en nuestra mano para conseguirlo. Quizá en nuestra mano no haya nada que podamos hacer, sobre todo cuando el otro se niega en redondo a recibir ayuda y opta por ser injusto, asesino, ladrón, etc. En ese caso ciertamente no haremos nada porque no podemos, pero no significa que dejemos de amarle. Los sistemas judiciales actuales, en su teoría, pretenden la rehabilitación del delincuente (otra cosa es si las personas concretas que tienen esa responsabilidad quieren o no hacerlo, o si les dan los medios o no para hacerlo, pero la teoría pretende ser así; de eso sabes tú mucho más que yo). En el fondo, estos sistemas judiciales parten (en teoría) de “desear el bien” del delincuente (su rehabilitación), que coincide con el bien de la sociedad.
    – El ejemplo de Hitler iría por la misma línea. Los responsables de los otros países tienen la obligación de defender a sus pueblos. Yo no diría que Hitler fuese “enemigo” en el sentido del texto bíblico, que está hablando de relaciones directas entre personas. Hitler estaba loco y lo mejor que le podía pasar era que le quitasen el poder y lo internasen en un psiquátrico, yo entiendo que ese era el bien para él y para los demás. Las guerras defensivas suelen ser legítimas, siempre que la defensa no consista en aplastar al agresor. Toda guerra siempre es una desgracia, pero hay veces que hay que elegir entre una gran desgracia y otra mayor. No es nada fácil.

    Por otra parte, lo más difícil es el problema de fondo que se plantea con estas cuestiones: ¿Es posible convertir el mensaje del Evangelio en una ética real? ¿Pueden las personas reales, que viven en el mundo real, con tantas desgracias, seguir este mandamiento? ¿Son las palabras de Jesús simples palabras bonitas, utopías rosas, castillos en el aire, que hay que olvidar para vivir en la realidad?
    Yo creo que este es el tema de fondo de una de las encíclicas de Benedicto XVI, Caritas in Veritate (El Amor en la Verdad). Es un texto complejo y técnico, y yo no soy especialista en estos campos. Viene a decir que el amor no puede estar nunca en contra de la verdad, sino que el amor está en la verdad. Es decir, que “desear el bien” del otro nunca puede ser algo subjetivo. “El bien” no es “el capricho” o “la apetencia”, y mucho menos el “evitarle el dolor”.
    Con un ejemplo sencillo, podemos comparar todo esto con la típica chica del villano de las películas. El bien de un asesino nunca será ocultarlo para que no le pillen y pueda seguir matando. Por mucho que ella “sienta” que está enamorada del tipo y que todo lo hace por “amor”, en realidad está consiguiendo que siga destruyéndose a sí mismo. El bien del otro siempre será su crecimiento como persona, su autenticidad, su humanidad plena, su bondad. Si lo que consigue es que el otro se auto-destruya, entonces no hay verdad en ese amor, no es amor, por mucho que subjetivamente esta persona esté convencida de ello.
    En algunos lugares de Latinoamérica, algunas madres daban a sus bebés Coca-cola en vez de leche a sus hijos porque pensaban que era un alimento mejor que la leche (parece que a partir ciertas insinuaciones en la propia publicidad, aunque esto no está claro). Objetivamente no es un mejor alimento, y la cafeína no le va a hacer ningún bien; por muy subjetivo que sea el amor de esas madres, y aunque ellas no tengan ninguna culpa de su ignorancia, la verdad es que no están alimentando a sus hijos como ellas creen.

    Para que el amor sea auténtico tiene que ir acompañado de una búsqueda sincera de la verdad. No basta con subjetivismos. Esta búsqueda es difícil, sí, es costosa y se necesita mucho esfuerzo, sí, pero es imprescindible si queremos hablar de amor de verdad.

    Un último ejemplo (¡con spoilers!), para los amantes de Memorias de Idhún. El “supuesto” amor de Victoria por Christian tiene bastantes elementos de ese falso amor de chica del villano. Está bien que una persona enamorada no juzgue el pasado de su amor, que ese pasado no le impida amarlo; pero no es amor auténtico si le dice que no se va a meter con su futuro, que si sigue asesinando tranquilamente a ella no le importa, que es consciente de que lo seguirá haciendo. En este caso la “enamorada” sí anhela la compañía de su amor, pero le importa un bledo su “bien”, su construcción como persona.

  11. Bueno, después de leeros, me ha encantado, yo sí creo que el amor es la compañía. Dios es el Amor y la Comunión. Dios ama buscando la cercanía a Él, busca la compañía tan grande de él(el hombre) que pide que sea su comunión con Él. El mayor dolor de las personas, es la soledad, el no ser acompañadas, el no vivir su vida en comunión. Y el amor, que en esta vida no es abstracto, se manifiesta llevando esa compañía, realizando esa comunión con el otro. El Señor revela su amor diciendo: “Ya no te llamarán Abandonada”. El Señor revela su amor diciendo: “aunque una madre se olvide del hijo de sus entrañas Yo no te olvidaré”. “Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti”. Eso es anhelar, creo yo. Los discípulos piden al Señor, “Quédate con nosotros”. Y creo que el Señor después de hacerse hombre, sabiendo cómo somos, decide quedarse en la Eucaristía para que tengamos su compañía. Esto le hace vulnerable pero quiere hacerlo y desde entonces además, también Él se hace necesitado de nuestra compañía.Nos ama y anhela verdaderamente nuestra compañía.Y nos está esperando siempre en el Sagrario cada día.Bss, inma.

  12. Qué lástima que los aplausos no se puedan enviar vía este tipo de mensajes, leñe… porque te juro que si me oyeras, Javi, te estaría aplaudiendo.
    Por lo que veo, el mensaje de Cristo tal y como me lo explicas tiene una clave: la legítima defensa es aceptable desde un punto de vista cristiano, pero la venganza no.

    Efectivamente, y como bien dices, en el sistema judicial español se busca la reinserción en la sociedad del recluso. Por ello, se oferta a los presos la posibilidad de acudir a programas de rehabilitación por adicción a las drogas (en Valencia creo que lo lleva la ONG Proyecto Hombre), tratamientos psicológicos o psiquiátricos (se suelen dar a los violadores y a los maltratadores, aunque todo recluso puede hacer uso de ellos), o la opción de estudiar una carrera o aprender un oficio, todo ello gratuitamente. Pero todo eso es voluntario (a no ser que en sentencia el juez te mande a un psiquiátrico penitenciario, con lo cual el tratamiento psiquiátrico es obligatorio), con lo cual el que no quiere reintegrarse y prefiere seguir drogándose, o maltratando mujeres, va a seguir haciéndolo cuando salga. Yo visité la cárcel de Picasent en prácticas cuando estudiaba Derecho, y vi de todo: gente que pasaba de todo y que se seguía drogando en la cárcel, y gente muy maja y muy normal que había acabado en prisión por culpa de las drogas y que estaban rehabilitándose, aprendiendo oficio o estudiando, y muy contentos de tener otra oportunidad.

    Respecto al ejemplo que das de “la novia del malo”, yo creo que en realidad la gente que actúa así no lo hace por amor, sino por miedo: por miedo de que su amado la abandone si ella no aprueba su comportamiento o no le ayuda a encubrir sus malas acciones. Aquí entra esa segunda carcterística del amor de la que yo hablaba: desear la compañía de alguien y sentir un profundo pesar ante la idea de separarte o distanciarte de esa persona. Supongo que es porque todo amor lleva consigo un punto de dependencia emocional; cuando amas a alguien, ese alguien te importa, y cuando alguien te importa parte de tu felicidad depende de esa persona…

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