19 Mar 2024

¿Encontrará fe en la tierra? (Lucas 18,1-8)

[Evangelio del domingo, 29 del Tiempo Ordinario – Ciclo C]

Lucas 18,1-8:
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
—Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario»; por algún tiempo se negó; pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.»
Y el Señor añadió:
—Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

Sugerente parábola en la que Lucas compara a Dios con un personaje poco honrado para convencernos de que, si el juez de la parábola es capaz de hacer justicia sin honradez, ¿cómo vamos a dudar de la justicia de Dios que es todo amor y bondad?
Antes de la parábola, el evangelista, que es muy buena persona, ya nos dice cuál va ser la cuestión: las dos características de la oración; para él debemos orar siempre y sin desanimarnos. Orar siempre porque la oración no es un contrato ni una petición administrativa, no rezamos «para que» Dios nos dé algo de la misma manera que metemos unas monedas en una máquina para que ésta deje caer el refresco o la chocolatina. Rezamos porque esa es nuestra manera de respirar como cristianos, porque necesitamos hablar con Dios nuestro Padre, porque necesitamos contarle cómo nos va, darle gracias por sus regalos, pedirle lo que creemos que necesitamos, recordar ante él a nuestros seres queridos. El cristiano reza siempre, igual que los esposos necesitan seguir hablando siempre (o mejor, necesitan comunicarse siempre, con palabras o sin ellas), igual que los amigos necesitan seguir contándose cosas, igual que los seres humanos necesitamos escuchar y ser escuchados.
Orar sin desanimarse porque en la comunidad de Lucas ya hay desánimos y frustraciones. Las primeras comunidades creían que la vuelta de Jesús con poder y gloria era inminente; al principio no se organizaban demasiado porque creían que no valía la pena. Al pasar los años el cristianismo pasó una de sus primeras crisis: ¡Jesús no viene en seguida! Tuvieron que aprender por tanto a distinguir entre el núcleo del mensaje de Jesús, lo esencial, de lo que habían añadido ellos por su cultura, sus suposiciones, quizá hasta sus prejuicios.
Esto nos sucede también a nosotros. Tendemos a hacernos un dios a nuestra medida, un Jesús que encaja muy bien con aquello que nos conviene. Pero no siempre Dios se comporta «como Dios manda», y también a nosotros puede venirnos el desaliento.

En la parábola queda reflejado el desánimo en forma de injusticia. La viuda quiere que el juez atienda su causa, pero éste no quiere ni oír hablar del expediente. Sin embargo, la insistencia de la mujer consigue su objetivo. Los personajes pertenecen a dos extremos sociales: el juez tenía prestigio social y poder para negarse, y es descrito en contra de los mandamientos más importantes de la Ley: ni ama a Dios ni ama al prójimo como a sí mismo. La viuda, en cambio, es una mujer sola en el mundo, lo que en aquella cultura patriarcal la colocaba en una situación de dificultad y desamparo.
La única arma de la viuda es la insistencia, que al final vence la apatía del juez. La parábola insiste en que el juez no ha recapacitado ni se ha convertido; su reflexión es mezquina e interesada. Tan sólo quiere que dejen de molestarlo. La palabra traducida por “pegar en la cara”, también podría entenderse en sentido figurado como “molestar” o “dar la tabarra”.
Al final, el juez injusto sirve de contraste con la justicia de Dios. La comunidad de Lucas se siente injustamente perseguida y desea que Dios atienda su petición; sus expectativas están fracasando porque habían dado demasiada importancia a la venida inminente de Jesús; algunos ya dudan y se desaniman. Lucas les llama la atención para que nunca dejen de confiar en Dios, pero al mismo tiempo les pide que sigan clamando a él «día y noche», es decir, sin esperar respuestas automáticas. Tienen que ajustar sus expectativas, pero sin perder la fidelidad a lo fundamental del mensaje de Jesús. Además, les dice que deben «gritar» a él día y noche. Lucas sabe que la situación es difícil, la Iglesia está viviendo ya persecuciones por parte de sus vecinos y conciudadanos más intolerantes. Orar no es una actividad cómoda ni adormecedora, orar es reconocer el drama profundo del hombre en este mundo y ponerlo ante Dios.
Cualquiera que contemple el mundo de hoy con ojos limpios y se atreva a mirar el sufrimiento a la cara sentirá que de sus entrañas brota un grito desgarrador. Hoy más que nunca podemos pedir justicia a Dios y a los hombres, hoy más que nunca debemos orar siempre sin desanimarnos y trabajar por construir un mundo más solidario.

Al final, el evangelista nos sorprende con una pregunta de total actualidad: Cuando venga Jesús, ¿encontrará fe en la tierra? Lucas no es un pesimista; si no creyese en su comunidad y en la Iglesia no se hubiese tomado la molestia de escribir el evangelio. Pero ve con dolor que algunos de su comunidad ya faltan a las reuniones; sabe que va decayendo el fervor inicial; oye que otros comentan que no valía la pena hacerse cristiano, que la recompensa no era tan inmediata como esperaban. Por eso Lucas quiere tocarnos el corazón con su pregunta un tanto impertinente. Cuando venga Jesús a ti, ¿encontrará fe en tu corazón?
Y aún más; al final de su evangelio nos contará que Jesús se acercó a dos discípulos que iban camino de Emaús y no tuvieron fe para reconocerlo. Así que la venida de Jesús no hay que situarla sólo en el futuro. Porque Jesús está viniendo cada día en quien necesita nuestro apoyo, nuestra sonrisa, nuestra escucha, incluso nuestros bienes. ¿Lo reconoces?

(Domingo 29º del Tiempo Ordinario – Ciclo C)

8 comentarios en «¿Encontrará fe en la tierra? (Lucas 18,1-8)»

  1. ¡Hola! 🙂

    Tres apuntes sobre este pasaje del Evangelio:

    En primer lugar, increíble pero cierto: ¡es la primera vez en mi vida que oigo esta parábola! Ni la había leído nunca, ni sabía que existía. Y eso que yo creía haber leído completos los Evangelios… O_o

    En segundo lugar, tienes razón en que hay que rezar contínuamente aunque no tengas nada que pedir, sólo por dar gracias o por hablar con Dios. Yo intento hacerlo, aunque reconozco que no tanto como debería porque a veces ne resulta raro hablar sin recibir respuesta verbal. Cuestión de costumbre y limitación humana, supongo, aunque a veces me gustaría sentir que Dios me responde de forma directa; no mediante un sentimiento, una sensación o una vivencia que luego yo tengo que interpretar, y que puede ser la respuesta o no. Ya sé que es así como Dios se comunica con nosotros, pero aún así ojalá pudiera hablar con Él como hablo contigo… 🙁

    Y tercera cosa, algo que me llama mucho la atención de tus comentarios en general: tú siempre hablas de la intención de tal evangelista al escribir tal texto era hacer reflexionar a la gente sobre tal o cual situación. ¿Significa eso que los evangelistas se inventan el evangelio, que todos los hechos narrados son meros símbolos y no hechos reales, que en realidad los evangelios no transcriben las palabras y los hechos de Jesús, sino que son una clase de teología simbólica del evangelista?

    1. 1. “Nunca te acostarás sin saber una cosa más” dice el refranero. La Palabra de Dios siempre tiene rincones para sorprendernos.
      2. ¡Cuánta razón tienes!
      3. Me gusta distinguir. Lo que aquí comentamos es el texto bíblico, que es fruto de la redacción de unas personas a través de los años. Lo que se cuenta tiene sus raíces en la realidad histórica, pero ha pasado por el filtrado del tiempo, de la intención catequética y, sobre todo, de la experiencia de la resurrección.
      Por un lado, sabían que no podían inventarse un Jesús distinto (algunos lo hicieron: son los textos apócrifos, rechazados por la comunidad de creyentes precisamente porque no encontraban en ellos el mensaje de Jesús). El primer criterio de transmisión debía ser la fidelidad.
      Pero los propios discípulos se dieron cuenta de que viviendo con Jesús no se habían enterado hasta el fondo de quién era hasta que tuvieron la experiencia de la resurrección. Por eso lo cuentan todo haciendo referencia a la resurrección de Jesús. Además tenían que traducirlo todo del griego al arameo, porque fueron a predicar a países distintos; se encontraban con culturas diversas, sociedades urbanas, problemas comunitarios nuevos… A todo ello quisieron dar respuesta con un segundo criterio, la actualización, sin faltar al primero.
      Esta fue la gran tarea (y difícil) de la Iglesia del siglo II, de la que tan poco saben los cristianos de a pie. Releyendo todos los textos con los métodos de investigación actuales se puede ver cómo fue evolucionando la reflexión sobre Jesús, intentando ese difícil equilibrio entre los dos criterios. ¡Menos mal que el Espíritu también asistió en esos momentos!
      Cuando yo digo que “Lucas dice tal cosa”, en realidad estoy diciendo: “Lucas (que es fiel al mensaje de Jesús, pero también necesita actualizarlo para que su comunidad lo entienda y le resulte significativo) dice tal cosa”.

  2. ¡Vaya! Pues sí que es difícil entonces distinguir el grano de la paja. Quiero decir, ¿cómo pueden saber los teólogos de hoy en día qué partes del Evangelio son palabras y hechos de Jesús y cuáles están retocadas o añadidas por los evangelistas para aclarar conceptos o evangelizar a la gente?
    Sólo una pequeña discordancia, si me lo permites: según tengo entendido, los textos de la religión cristiana oficial tal y como la conocemos en la actualidad se escogieron definitivamente en el siglo IV. No fue la comunidad de creyentes, sino una élite de obispos dirigida por el emperador Constantino, quienes se reunieron en el Concilio de Nicea y establecieron “por decretazo” qué textos eran apócrifos y qué textos eran canónicos, tildando de herejes a las comunidades cristianas que se negaron a rechazar cualquiera de los textos considerados como apócrifos. Eso me hace temer que, al menos en algunos casos, ciertos textos se deshecharan por su inconveniencia política o social para la Iglesia del momento y para el emperador (que al fin y al cabo lo que necesitaba era una religión oficial para el Imperio), más que porque realmente no reflejaran el mensaje de Cristo…

    PD: Sí, cierto, todos mis profesores de religión me odiaban de pequeñita ^^UU

  3. Jajajaja, comprendo que te odiaran…
    Bueno, en realidad tocas muchos temas complejos y no hay espacio aquí para responder bien a todos, así que me voy a permitir algunas pinceladas.
    Yo también conozco las teorías que afirman esas cosas y me parecen demasiado cargadas de prejuicios ideológicos.
    Algunos ejemplos:
    – Decir que no fue “la comunidad de creyentes” sino una “élite de obispos” es hacer una separación entre las comunidades y sus obispos similar a la decapitación de una persona. Los obispos son parte de su comunidad, no son más importantes que otros, pero tienen unas responsabilidades concretas, entre ellas establecer el camino de fidelidad a Jesús. Es cierto que en la historia de la Iglesia hay ejemplos de obispos que han faltado a su misión para aprovecharse ellos mismos, pero también hay otros ejemplos de obispos que han dado su vida por sus comunidades. Que los obispos decidan algo no es automáticamente un decretazo, hay que aportar pruebas que demuestren que aquella decisión concreta la han tomado sólo por su conveniencia siendo infieles a su misión.
    – No me consta que el Concilio de Nicea sea clave en el asunto de la lista de libros canónicos. Aún así, los obispos que se reúnen en Nicea formaban parte de una familia que hasta no hacía mucho era perseguida por la intolerancia y hasta algunos obispos habían muerto precisamente porque se les obligaba a ser infieles a su fe. No es creíble que cuando se reúnen con representantes de Constantino, de repente todos son ovejitas serviles al emperador, capaces de traicionar la misma fe por la que ayer daban la vida enfrentándose a otros emperadores.
    – Los primeros documentos más seguros conocidos que recogen los 27 libros que hoy forman el Nuevo Testamento son concilios locales africanos (Hipona, 393; Cartago, 397), una carta del papa Inocencio I (405) y el concilio de Cartago (418). Los cuatro evangelios que tenemos, en cambio, son mencionados ya a finales del siglo II (Ireneo y el “fragmento muratoriano”) y sobre ellos hay poca discusión.
    – De todas formas, hay que concretar la reflexión. Me parece muy coherente lo que dices:

    Eso me hace temer que, al menos en algunos casos, ciertos textos se desecharan por su inconveniencia política o social para la Iglesia del momento y para el emperador.

    Ese temor es justo y hay que investigar en concreto qué textos son los que se rechazaron, leerlos, saber el porqué, y qué textos fueron aceptados y ver en ellos qué conveniencia política, social o eclesial podría darnos pistas para dudar de las decisiones tomadas. Yo puedo decirte, por ejemplo, que en el Evangelio de Marcos, que estoy estudiando más de cerca, los Doce (a quienes los obispos representan), salen muy mal parados; son ignorantes, no entienden a Jesús, buscan poder y honores, y al final huyen todos. Lo último que se dice de los apóstoles es que Pedro lloró… No es el tipo de texto que una asamblea que sólo buscase sus propios intereses aceptaría.

    Pero, como ya te he dicho, habría que buscar cada uno de los textos, estudiarlo por separado, y ver porqué fue incluido o excluido del canon. De este estudio global podrían sacarse conclusiones acerca de la buena o mala voluntad de los que los escogieron.

    (Más información sobre este complejo tema en: Artola, A.M. – Sánchez Caro, J.M., Biblia y Palabra de Dios, Verbo Divino, Estella, 1990. Parte segunda: “El Canon de la Biblia”)

  4. Más cosas. Cuando preguntas cómo distinguir el grano de la paja estás dando por sentado que lo importante son las palabras mismas de Jesús y la paja, lo rechazable, son las palabras de los evangelistas.
    Esto no es del todo cierto. Para empezar, Jesús hablaba en arameo y los evangelios están escritos en griego; sólo por eso, ya podemos decir que no hay más que cuatro o cinco palabras originales en los evangelios (Las arameas: Abba; Talita Kum; Eli, Eli, lama sabactani…). Porque una traducción es en sí misma una interpretación.
    Por otra parte, las interpretaciones de los evangelistas son necesarias, precisamente para ser fieles a Jesús. Parece una contradicción, pero voy a ponerte un ejemplo muy claro:
    Mateo escribe a una comunidad de raíces judías una frase de Jesús en la que rechaza que el marido se divorcie de su mujer (Mt 5,32). El mismo texto en Marcos añade que Jesús también rechaza que la mujer se separe del marido (Mc, 10,11-12).
    Jesús nunca pudo añadir la segunda parte, porque en su cultura judía no era posible que la mujer se separase. En cambio, Marcos escribe en Roma o en una ciudad de cultura romana, donde sí era posible. La única forma que tiene Marcos de ser fiel a Jesús es añadir la segunda frase. Podría haber sido más fiel a la literalidad de las palabras de Jesús, pero entonces hubiese sido infiel a su mensaje.

    Por tanto, separar las palabras literales de Jesús de la interpretación de los evangelistas no es separar el grano de la paja, porque ambos son valiosos para nosotros hoy.
    La verdadera pregunta es si los evangelistas son de fiar o no. Para ello tenemos el testimonio de la Iglesia primitiva que distinguió entre unos textos u otros, que es lo que ya hemos comentado antes.

  5. con todo lo que habeis dicho ya… no me atrevo a añadir nada en este evangelio. Solo que ojala llegado el día si que encuentre cristo fé en la tierra. Me resulta muy triste que no sea asi con todo lo que Dios hace por nosotros…
    Estelwen, me ha hecho gracia, el otro día me paso lo mismo que a ti con una parabola… yo creia que me las habia leido todas y sin embargo esa que puso javi no lo habia echo…
    Y eso que los profesores te odiaban… no seria para tanto, eso si, seguro que los dejabas sin saber como responderte, y animo que no eres la primera a la que le pasaba…conoci y sigo conociendo a mucha gente que fueron en su dia los revolucionarios de la clase de religion.

  6. Me he quedado impresionado con tu manera de conocer todo este mensaje a fondo, yo tengo muchas dudas y preguntas y cuestiones, sobre la biblia, espero puedas contactarme y me ayudes a entender.

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