28 Mar 2024

Una invitación (Lucas 5,1-11)

[Evangelio del domingo, 5.º del Tiempo Ordinario – Ciclo C]

Lucas 5,1-11:

La gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-Rema mar adentro y echad las redes para pescar.
Simón contestó:
-Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:
-Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
-No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, le siguieron.

El evangelio de hoy llama la atención. Si no nos fijamos bien podemos entenderlo del revés: Menudo chollo, tener a Jesús en la barca; ¡así sí que se hace negocio! ¡Así cualquira se hace rico!
Sin embargo, lucas termina diciendo que los pescadores dejaron las barcas, más aún, lo dejaron todo, y en ese “todo” está incluida la redada de peces…
Seguramente el mensaje de este evangelio no tendrá nada de “comercial”, sino que será más profundo. Veámoslo.

Estamos al principio del evangelio de Lucas, en el cap. 5. Poco antes ha comenzado la vida pública de Jesús, tras su bautismo y las tentaciones en el desierto. Hemos visto a Jesús enseñando en las sinagogas y haciendo curaciones; en algún lugar ha sido rechazado y en otros acogido.
El evangelio de hoy empieza también con la enseñanza de Jesús: la multitud se agolpa a su alrededor para escucharlo; la gente -de entonces y de ahora-, tiene necesidad de una palabra de vida, de salvación, de felicidad auténtica. Jesús tiene esa Palabra de Dios, se compadece de la multitud y les enseña.
Pero Jesús, desde el principio, también quiso formar a su alrededor un grupo de seguidores, una comunidad, la Iglesia. Lucas nos narra aquí la primera llamada a seguirlo, y justo antes, describe el encuentro con los pescadores en términos asombrosos. Jesús se “mete” en la vida de Simón, Santiago y Juan; irrumpe en su vida de repente.

  1. Simón está tan tranquilo, haciendo su trabajo, lavando las redes, cuando Jesús sube a su barca. Esa barca ahora va a servir para otra cosa, va a estar al servicio de Jesús. Jesús cambia el propio trabajo de Simón.
  2. Después insiste en que vayan a pescar, a pesar del cansancio acumulado. Simón podría negarse, hubiese sido lógico, pero se fía de Jesús.
  3. La fe de Simón es el primer paso para que Jesús haga el prodigio de la pesca. Pero hay más; la pesca es también símbolo de la evangelización, de la misión de los cristianos. Pescar sin Jesús no da resultados; en cambio, con Jesús el fruto del evangelio es incalculable.
  4. Al final del relato Simón reconoce a Jesús como “Señor” (al principio le había llamado sólo “maestro”), y obedece su llamada dejándolo todo.

El mensaje de Lucas, en realidad, no habla de pescados: dice que Jesús entra también en nuestra vida, como hizo con Simón.

  • Entra con su palabra, la Palabra de Dios, Palabra de Vida y felicidad.
  • Entra en nuestra vida cotidiana, en nuestro trabajo, en nuestro día a día.
  • Entra y nos pide que nos fiemos de él, nos pide fe.
  • Es capaz de hacer que nuestra vida dé fruto por encima de nuestras expectativas.
  • Y, por último, nos llama también a seguirle…

Lucas, además de narrar, nos está invitando. ¿Aceptamos su invitación?

(Domingo 5.º del Tiempo Ordinario – Ciclo C)

5 comentarios en «Una invitación (Lucas 5,1-11)»

  1. no se si es por haber salido anoche, y haberme quedado hasta las 4 de la mañana… pero no se me ocurre nada para añadir a este pasaje ni al comentario. La verdad es darte las gracias porque hoy con el cansancio no me he enterado muy bien del evangelio si de las lecturas, aunque hoy he me ha parecido genial estar en misa. Si me ha llamado la atencion de tu comentario, algo en lo que no habia caido en la cuenta, cuando nos recuerdas, que lo dejaron todo, incluida esa magnifica captura milagrosa. Es verdad, lo dejaron todo, y se lo que supone algo asi para un pescador, porque en mi tierra hay muchos pescadores.

  2. Bueno a mí me encantaron las lecturas. Y aunque no estoy de mucho humor porque acabamos de enterrar al que fue mi párroco, D. José, pues diría que Jesús sabe mucho cómo somos y cuando nos pide las cosas cuenta con ello. Sabe que Pedro es pecador, y a Pedro le agobia pero Él "pasa" y le dice sus planes igualmente, porque los planes del Señor se cumplen siempre indefectiblemente. Así pasaba antes de Jesús y continua la historia igualmente con Jesús. Sabe arreglar nuestros desarreglos, lo importante es estar de acuerdo con Él, para lo cual siempre pide permiso.Bueno he destacado esto porque encuentro a Jesús muy gracioso cuando no da importancia a la respuesta de Pedro como diciendo sí sí vale pero es que da igual.Siempre me asombra ver como el Señor lo que quiere lo hace. Bss

  3. Gracias por vuestros comentarios, andromeda e Inma.
    Me gusta eso de que, al final, el Señor siempre hace lo que quiere. Y resulta que, como lo que quiere es amarnos, pues siempre es mejor para nosotros.
    Un saludo.

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